UNIVERSIDAD

Investigadores de Deusto crean el primer laboratorio virtual de psicología

El equipo dirigido por la catedrática Helena Matute realiza experimentos a través de Internet

La progresión geométrica de Internet y la revolución que supone en los modos de vida y de comunicación atraen a una multitud de científicos y expertos que la convierten en objeto de estudio. Son pocos, sin embargo, los que utilizan la Red de redes como medio, y no como fin, de investigación. Helena Matute, catedrática de Psicología de la Universidad de Deusto, y su equipo, compuesto por los jóvenes investigadores Sonia Vegas, Leyre Castro, Miguel Ángel Vadillo y Raúl Barcena, forman parte de ese pequeño grupo. Ella es la responsable del primer laboratorio virtual de psicología creado en España...

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La progresión geométrica de Internet y la revolución que supone en los modos de vida y de comunicación atraen a una multitud de científicos y expertos que la convierten en objeto de estudio. Son pocos, sin embargo, los que utilizan la Red de redes como medio, y no como fin, de investigación. Helena Matute, catedrática de Psicología de la Universidad de Deusto, y su equipo, compuesto por los jóvenes investigadores Sonia Vegas, Leyre Castro, Miguel Ángel Vadillo y Raúl Barcena, forman parte de ese pequeño grupo. Ella es la responsable del primer laboratorio virtual de psicología creado en España.

El equipo de Matute, especializado en la psicología del aprendizaje, una de las ramas de la psicología experimental, dispone desde 2002 de una página web, www.fice.deusto.es/labpsico/labvirtual.htm, a la que puede acceder quien lo desee. En ella, junto con una breve explicación de sus motivos y objetivos, se incluyen una serie de experimentos y se invita a los visitantes a que participen. Su duración es variada, de tres a veinte minutos, y a al finalizar aparece una explicación de su objeto.

Todas las pruebas, diseñadas por el equipo de la universidad vizcaína, persiguen la misma meta, el desentrañamiento de los mecanismos del proceso de aprendizaje del ser humano. Uno de ellos es el llamado experimento de la alergia, en el que se investigan las relaciones de causalidad (causa-efecto) . El visitante debe responder en cien ocasiones a la pregunta de si un supuesto medicamento produce o no alergia. El programa que utiliza le dice cada vez si ha acertado o no. Al final del experimento hay una escala en la que, según las respuestas que ha obtenido y que ha retenido de forma intuitiva, debe indicar qué probabilidades hay de que ese fármaco cause alergia y qué probabilidades hay de que el paciente la desarrolle. Las combinaciones del programa son aleatorias y cambiantes, pero la proporción siempre es 50 y 50. Por lo tanto, en la escala se debería indicar 50. La mayoría de los participantes se acercan bastante a este número, aunque sus respuestas pueden variar en función de distintos factores.

Fiabilidad de resultados

"Lo que hemos descubierto es que influye mucho el orden en el que se da la información y también la emisión continua de un juicio. Por ejemplo, si en lugar de pedirle su valoración al término de las cien preguntas, se le pide cada cinco, cada cuatro o después de cada pregunta, su valoración se aleja más de lo correcto", aclara Matute.

Alrededor de cuarenta personas al mes acceden en la red a estos experimentos. La fiabilidad de sus resultados, una de las principales dudas que surgen ante el uso de un medio tan poco controlable como Internet, está fuera de toda duda, en opinión de la directora del laboratorio de psicología del aprendizaje. "Vamos con cautela. Los resultados de los experimentos que hemos realizado en la Red los hemos validado con otros que hemos efectuado de la manera tradicional y no hay variaciones. Tan sólo debemos tener en cuenta que las diferencias individuales son mayores porque el número de sujetos de investigación también es mayor", explica.

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Internet es, en palabras de Matute, una herramienta de investigación "fabulosa", ya que permite una diversidad en los sujetos que no era posible con anterioridad, facilita la experimentación y garantiza la voluntariedad de los participantes, además de su anonimato. No obstante, la comunidad científica internacional no parece estar por la labor de generalizar su uso para investigar. "En los congresos en los que hemos presentado nuestro laboratorio la reacción inicial ha sido de curiosidad y luego de escepticismo", reconoce.

Las reticencias a estos métodos no preocupan a una investigadora que aprovecha al máximo las posibilidades de la informática para el estudio de los mecanismos de aprendizaje, como lo demuestra el uso que hizo a principios de los noventa de videojuegos como metodología experimental. En la actualidad, además del laboratorio virtual, Helena Matute y su equipo generan simulaciones por ordenador del proceso de aprendizaje con la inteligencia artificial como horizonte. "Si el ordenador aprende a aprender, aprenderá por sí mismo. Algunos lo hacen, pero en un nivel muy rudimentario", afirma. La razón estriba en que las teorías sobre este fenómeno son aún muy limitadas y el trabajo por realizar, ingente.

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