Cartas al director

La financiación de la ciencia en España

El reducido mundillo científico nacional está más que preocupado. Al cambio de líneas, orientaciones, directivas y ministerios relacionados con la investigación que ha ido goteando en los últimos años se ha unido recientemente un número de dimisiones en puestos clave que preocupan, más que nada, por las nuevas líneas y directivas que les pueden seguir.

Un aspecto más preocupante todavía es la facilidad con que los fondos destinados a la investigación están siendo distribuidos sin la necesaria transparencia en el proceso, evitando los ancestrales comportamientos de ser a la vez juez y pa...

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El reducido mundillo científico nacional está más que preocupado. Al cambio de líneas, orientaciones, directivas y ministerios relacionados con la investigación que ha ido goteando en los últimos años se ha unido recientemente un número de dimisiones en puestos clave que preocupan, más que nada, por las nuevas líneas y directivas que les pueden seguir.

Un aspecto más preocupante todavía es la facilidad con que los fondos destinados a la investigación están siendo distribuidos sin la necesaria transparencia en el proceso, evitando los ancestrales comportamientos de ser a la vez juez y parte, y del reparto a dedo. Pongo por caso la reciente convocatoria del Fondo de Investigaciones Sanitarias de la Seguridad Social, en la que se ha invertido una sustanciosa cantidad de dinero, sin que haya quedado clara la intervención de aquellos numerosos grupos de evaluadores científicos de los que el FIS de la SS hacía gala tiempo ha. En particular, llama la atención lo ocurrido con la red de centros de investigación sobre enfermedades neurológicas (red CIEN) o con la red de grupos sobre células madre.

A las protestas de los desfavorecidos en esta convocatoria (indistinguibles, por otra parte, de los favorecidos, en términos de productividad científica) se ha respondido de momento con juicios tan poco madurados como que "no se podía financiar a todo el mundo" o, más crudo aún, que las ayudas han sido asignadas por "comités territoriales", con el peligro que esto último tiene de que se cree una auténtica farándula científica.

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Otra forma indirecta, pero eficaz, de alcanzar la ansiada ayuda económica es airear en la prensa las injusticias puntuales cometidas sobre uno, en un desesperado sálvese el que pueda. Dado que la hasta ahora eficaz Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP, para los iniciados) puede que termine adscrita a alguna de nuestras academias de la historia, habrá que reorganizar nuestra forma, siempre laberíntica, de búsqueda de fondos para la investigación, cosa, por lo demás, que hacemos porque nos da la real gana.

Por si las moscas, yo me voy a ir buscando un periodista que ventile mi caso, ya que merodear por las fuentes del poder político-científico no es de mi estilo. En fin, que aquí estamos ya como en Bruselas: el que no lobby, no mama.

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