Crítica:LIBROS

Estilo y experiencia

Cuarto de luna, la nueva novela de Jorge G. Aranguren, toma como punto de partida temático, la caducidad, mejor la reflexión sobre el sentimiento de vejez, y las posibilidades de un cambio vital y existencial. El personaje principal, un artista que abandona su cómodo mundo, se dirige hacia una isla balear para contar una nueva vida y sus relaciones con cuatro mujeres, que van desde la sexual a la admiración, y con sus vecinos con los que charla sobre lo artístico y lo humano.

Una novela lírica llevada por la pasión por el lenguaje exacto y el justo nombre de las cosas exteriores,...

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Cuarto de luna, la nueva novela de Jorge G. Aranguren, toma como punto de partida temático, la caducidad, mejor la reflexión sobre el sentimiento de vejez, y las posibilidades de un cambio vital y existencial. El personaje principal, un artista que abandona su cómodo mundo, se dirige hacia una isla balear para contar una nueva vida y sus relaciones con cuatro mujeres, que van desde la sexual a la admiración, y con sus vecinos con los que charla sobre lo artístico y lo humano.

Una novela lírica llevada por la pasión por el lenguaje exacto y el justo nombre de las cosas exteriores, descritas con morosidad, descripción que ocupa páginas enteras, páginas plenas de contemplación.

Jorge G. Aranguren -o su editor- afirma que esta novela comparte estilo con otras obras anteriores del autor... Pero yo quiero recordar que el autor tradujo al castellano Un mundo más allá de Joan Mari Irigoien, y que salió con soltura del esfuerzo de traducir una obra que se fundaba en la recreación del lenguaje del siglo XVII. Probablemente nadie más lo hubiera podido hacer. No puede afirmarse que su estilo se hiciera en esa traducción, estaba realizado antes, pero es un estilo propio y trabajado.

Cuarto de luna

Joreg G. Aranguren: Colección Abra. Ttarttalo. San Sebastián, 2002, 197 páginas, 13,50 euros

Todos sabemos que en las novelas líricas la descripción predomina sobre la acción, son novelas pausadas y la narración es mínima. El narrador se preocupa de los símbolos, las palabras, los olores y los sabores. Por eso piden un lector atento y tranquilo, uno que sepa degustar los detalles y las sugerencias, un lector que camine al ritmo del autor.

No conviene olvidar que no todo se circunscribe al estilo. Existe también un fondo en la novela, un mensaje con el que trabaja el autor, y que busca transmitir: el examen de una vida que se vacía, pero que se ama. "Porque me vacío de vida y la vida permanece", este personaje está despierto. Antes me referí a la transcripción de la experiencia de senectud y al espíritu que no se rinde que puede atravesar la novela.

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Las voces cambian. La principal es la del viejo protagonista que dejó una vida acomodada por el riesgo de nueva vida, una voz privada, pero contextualizada en el tiempo concreto de la primera Guerra del Golfo. Pero en esta narración la escena resulta la técnica fundamental. Visitas, encuentros, conversaciones, comentarios... Y además un estilo que puede resultar enfático, pero que se resuelve exacto.

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