Tribuna:La opinión de los expertos | LA SITUACIÓN EN ORIENTE PRÓXIMO

Por qué los israelíes van a votar por el desastre

Israel se dispone a elegir su 16º Parlamento en la peor situación económica desde 1953, sumergido en una infernal espiral de violencia y bajo la sombra de una posible guerra en la región que sus principales líderes políticos apoyan de manera activa. En un momento en que nunca han vivido más inseguros, nunca han tenido una crisis interna más aguda y cuando más que nunca se les plantea, lo quieran reconocer o no, cuánto tiempo va a poder sobrevivir su identidad moderna y democrática al ejercicio de la destrucción y humillación sistemática de otro pueblo, el palestino, los israelíes parecen optar...

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Israel se dispone a elegir su 16º Parlamento en la peor situación económica desde 1953, sumergido en una infernal espiral de violencia y bajo la sombra de una posible guerra en la región que sus principales líderes políticos apoyan de manera activa. En un momento en que nunca han vivido más inseguros, nunca han tenido una crisis interna más aguda y cuando más que nunca se les plantea, lo quieran reconocer o no, cuánto tiempo va a poder sobrevivir su identidad moderna y democrática al ejercicio de la destrucción y humillación sistemática de otro pueblo, el palestino, los israelíes parecen optar por lo que les va a llevar a prolongar el desastre en el que viven.

Paradójicamente, aunque Ariel Sharon haya fracasado en conseguir la paz, garantizar la seguridad y mejorar la economía, los sondeos dan como vencedor a su partido, el Likud, frente a la alternativa que presenta el nuevo líder del Partido Laborista, Amram Mitzna. La última encuesta llevada a cabo por Ha'aretz adjudicaba 30 escaños al primero y 20 al segundo. Es decir, como siempre ha ocurrido en Israel por su sistema electoral extremadamente proporcional (conseguir un 1,5% de votos para poder acceder al Parlamento) ninguno obtendrá la mayoría absoluta (61 diputados) y el vencedor será el que logre constituir la mayor coalición de partidos. De ahí la sobredimensión política que obtienen pequeños partidos.

Todo indica que israelíes y palestinos van a seguir viviendo más de lo mismo
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Pero, como señalaba Tanya Reinhart en Yediot Aharonot (26-11-2002), la realidad depende también de quien sea capaz de atraer a un segmento ideológicamente indefinido de la sociedad israelí, situado en medio de los que sin dudas se identifican con la línea militarista de Sharon y los que se identifican con las posiciones que en estas elecciones defiende Mitzna de entablar negociaciones con cualquiera que sea el liderazgo palestino. Esa masa imprecisa lo que quiere es lograr vivir con normalidad y calma, y si eso se consigue aplastando a los palestinos les parece bien, pero si conseguirlo significa negociar, evacuar colonias y retirarse de territorios palestinos también les parece bien. Ahí es donde podría estar la clave de los resultados, dependiendo de la capacidad de convicción de Sharon o Mitzna.

Lo que ocurre es que Mitzna no se encuentra en una posición favorable y eso le debilita enormemente. No ha tenido tiempo de consolidar su liderazgo y además el eje básico que defiende (negociar con los palestinos y no aceptar formar parte de un gobierno de coalición con Sharon) está siendo desautorizado por otros representantes de su partido. Incluso algunos han reclamado que renuncie a favor de Simón Peres. Es más, en la lista que encabeza predominan los miembros de la tendencia más dura del laborismo que representa Ben Eliezer, con lo cual difícilmente podría llevar a cabo sus propósitos. Finalmente, los laboristas han perdido el apoyo de los palestinos israelíes desde que bajo el Gobierno de Barak la policía mató a 13 de ellos en octubre de 2000 cuando se manifestaron con ocasión del comienzo de la Intifada. Su boicó electoral en las anteriores elecciones fue determinante en la derrota de Barak. En Israel, un 19% de sus ciudadanos son palestinos (oficialmente árabes israelíes) y, aunque nunca han tenido para la clase judía israelí más valor que el cuantitativo, suponían un sustrato electoral importante para el laborismo. Recuperarlos electoralmente es muy improbable dada la creciente discriminación y hostigamiento que padecen. En consecuencia, el laborismo ha perdido su capital de representar con fuerza una alternativa capaz de conseguir la paz y Mitzna está demasiado aislado para superar las divisiones y oportunismos políticos de buena parte del liderazgo laborista actual.

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Sin embargo, a Sharon le ha favorecido el Gobierno de unidad nacional que logró formar con los laboristas porque se garantizó la desaparición de una alternativa efectiva a su política. Junto a esto, esa política ha contribuido de manera determinante a crear el clima de miedo e inseguridad en que viven los ciudadanos israelíes (la humillación, el asedio y la destrucción sistemática de la población palestina no ha hecho más que alentar los atentados suicidas y la violencia palestina, en tanto que Sharon ha torpedeado todos los intentos de tregua cuando estaban a punto de conseguirse bombardeando o asesinando líderes palestinos y se ha resistido a dar la más mínima señal política de distensión). Y ese clima es el que le permite representar el papel del líder protector, firme e indestructible que se ha forjado y que en su desesperación los israelíes buscan ciegamente. Asimismo, también le favorece el ambiente prebélico de una más que probable guerra contra Irak porque acrecienta la inseguridad y el sentimiento de miedo de los israelíes. Además Sharon está defendiendo con una indisimulable ansiedad esa guerra, gracias a la cual está convencido de que puede llevar a cabo su siempre buscado grandioso proyecto de instaurar un "nuevo orden" en Oriente Próximo que perennice la superioridad de Israel en la región y le permita avanzar hacia su concepción de una solución final para la cuestión palestina.

A la hora de formar la coalición parlamentaria para obtener la mayoría absoluta Sharon, que desde luego contará con el apoyo de los partidos fundamentalistas y de extrema derecha, los sondeos apuntan a que podrá conseguir en torno a 65 diputados, frente a 55 que le adjudican a los laboristas. Una cierta incógnita plantea quién será la tercera fuerza política, disputada entre Shas y el partido Shinui. Shas, grupo ultraortodoxo vinculado a la población israelí mihrazim -judíos originarios de los países árabes- ha sido la tercera fuerza política en las últimas elecciones, en tanto que Shinui, dirigido por el demagogo y declarado antiárabe Tommy Lapid, representa un ultralaicismo dedicado en exclusiva a atacar a los sectores ultraortodoxos, pero sobre todo se presenta como un antipartido y es de ahí de donde obtiene su mayor atracción.

Pero si Sharon logra la victoria, lo que es muy probable, invitará a los laboristas a integrar de nuevo un Gobierno de unidad y muchos en el laborismo, en contra de lo que defiende su debilitado líder, se sienten tentados a ello, tanto por razones oportunistas de seguir siendo ministros como porque su identificación con la política militarista de Sharon se ha ido desvelando de manera manifiesta. Todo indica que lamentablemente israelíes, y también palestinos aunque sin capacidad de elegir, van a seguir viviendo mucho más de lo mismo.

Gema Martín Muñoz es profesora de Sociología del Medio Oriente de la Universidad Autónoma de Madrid.

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