Columna

Grazalema

Tengo ciertas debilidades que no puedo ocultar. Una de ellas, perderme, cuando puedo, por el valle del Genal, la serranía rondeña, bajar hacia Cádiz por Grazalema y dejar pasar el tiempo bajo los alcornocales cerca de la Almoraima o subir hasta Castellar de la Frontera para no hacer nada, solo mirar las aguas lejanas del Estrecho.

A veces me pregunto cuántos africanos han perdido la vida atravesando el brazo de mar, cuántas personas se han estremecido de frío y hambre en estas tierras húmedas antes de ser detenidos y devueltos a sus países de origen; o cuantas esperanzas se han perdido ...

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Tengo ciertas debilidades que no puedo ocultar. Una de ellas, perderme, cuando puedo, por el valle del Genal, la serranía rondeña, bajar hacia Cádiz por Grazalema y dejar pasar el tiempo bajo los alcornocales cerca de la Almoraima o subir hasta Castellar de la Frontera para no hacer nada, solo mirar las aguas lejanas del Estrecho.

A veces me pregunto cuántos africanos han perdido la vida atravesando el brazo de mar, cuántas personas se han estremecido de frío y hambre en estas tierras húmedas antes de ser detenidos y devueltos a sus países de origen; o cuantas esperanzas se han perdido vagando por estas intrincadas quebradas aunque al menos siguen vivos, algo que no harán los siete inmigrantes muertos a causa del incendio en la comisaría malagueña.

(El ministro Acebes, con esa cara de no haber roto plato alguno, tendría que dar explicaciones, porque lo dicho hasta ahora no es más que una sarta de medias mentiras. Acebes no debería escuchar sólo las versiones policiales, sino qué dicen, de momento, en privado, algunos policías que conocen muy bien lo sucedido en la comisaría malagueña).

Pero a lo que iba. Había dejado atrás el pueblo de Grazalema en un día lluvioso, de intenso frío y humedades que se pegaban a la corteza de encinas, pinsapos y alcornoques. Antes, había saboreado con fruición y esperanza la noticia de que el Ayuntamiento había puesto coto a la expansión hotelera, apostando por el desarrollo sostenible y el turismo de calidad. En Grazalema no habrá especulación; no quieren depredadores. Los cuatro partidos que gobiernan el municipio están de acuerdo. Desconozco cómo ha conseguido el alcalde Mateos, del Partido Socialista, que todos los concejales estén en la misma sintonía, pero lo cierto es que Grazalema, al menos de momento, no caerá en las garras de la especulación urbanística.

Un ejemplo para otros municipios del interior de Andalucía (los costeros ya están perdidos o a punto de quedar destrozados, como Salobreña, en Granada), que en aras de un falso crecimiento turístico conceden licencias que terminarán por ahogar cualquier futuro desarrollo. Grazalema es un ejemplo a seguir. Que cunda.

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