CONTESTADOR AUTOMÁTICO DE 'EL PAÍS MADRID'

Ojo a los semáforos

- Recogida de bombillas navideñas. "Veo cómo recogen las bombillas de Navidad de los árboles del paseo del Prado y, aunque pienso que debe ser inevitable, se funden muchas de ellas", dice un lector. "Me apena que las fiestas hayan acabado, pero no creo que mi pena me haga más crítico con el poco cuidado del operario que retira las bombillas", dice.

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- Recogida de bombillas navideñas. "Veo cómo recogen las bombillas de Navidad de los árboles del paseo del Prado y, aunque pienso que debe ser inevitable, se funden muchas de ellas", dice un lector. "Me apena que las fiestas hayan acabado, pero no creo que mi pena me haga más crítico con el poco cuidado del operario que retira las bombillas", dice.

- Ojo, semáforo alejado. "En la calle de Narváez esquina a Alcalá, justo enfrente de unos grandes almacenes, existe un semáforo cuya situación no se corresponde en absoluto con la línea del verdadero paso de peatones", cuenta Ignacia. "Lo malo es que si una persona con mala vista mira al suelo y ve las rayas amarillas como de paso de cebra, que no son tales, al no tener enfrente el semáforo, puede creer que puede cruzar en todo momento, lo cual, creo, aumenta el riesgo de accidentes. Por ello, pido a quien corresponda que recoloque el semáforo en las inmediaciones del paso, no a unos cinco metros, como ahora está".

- Talleres, problemas y soluciones. "Da la impresión de que, en algunos talleres, cuando llevas el automóvil a reparar, te arreglan un problema pero te generan otro", dice con enojo Plácido. "Con la calidad tecnológica que hoy ya existe, los coches deberían ser eternos, pero no; a los cinco años, por muy prototipo y mucha mandanga que sea, el coche tienes que cambiarlo si no quieres que te traicione y te quedes en una cuneta con él", comenta.- Autobuses, altas temperaturas. "La temperatura en el interior de algunos autobuses en estos días gélidos es demasiado elevada", comenta Isabel. "Hay que tener en cuenta que en los autobuses viaja mucha gente de edad, que no puede bajar escaleras en el metro y que, cuando sale del vehículo, con estos fríos, puede llegar a enfermarse. No creo necesario que la temperatura interior en uno de estos transportes deba ser de 29 grados, como vi el otro día. Con 22 grados, el autobús va que arde", dice.

- Imaginación política. "Estamos en fase preelectoral", dice Genaro, "por lo cual pido a los candidatos a la alcaldía de Madrid un poquito de imaginación, que piensen si pueden prometer, y, sobre todo, conseguir, cosas que ilusionen a la gente, no utopías inalcanzables, sino cosas concretas pero difíciles de lograr, como, por ejemplo, una amnistía en las multas, alquileres baratos para los jóvenes casaderos o solterones; viajes al extranjero para adolescentes; cursos de idiomas gratis para los parados; no sé, cosas atractivas y posibles. Es una verdadera pena", se queja, "ver cómo los programas electorales son como gotas de agua, mientras la imaginación se deja en manos de unos cuantos locos que diseñan juegos de rol".

- Ruido imposible. "Es imposible hacer más ruido que las máquinas municipales quitahojas", se lamenta Epifanio. "El Ayuntamiento debería dar ejemplo", pide.

- Zigzag. "No veo por qué razón no existe en Madrid una línea de autobuses que tenga una trayectoria en zigzag por las principales calles secundarias", dice Blanca. "Así la gente tendría a mano no sólo las calles más importantes, sino las otras", bromea.

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- Lamentos, accidentes y razones. "Veo cómo la gente se lamenta cuando sucede algún accidente en calles o carreteras de Madrid", dice Andrés, "pero lo importante no consiste en demostrar que nosotros somos buenas personas y que tenemos corazón, sino, más bien, que tenemos cabeza para aplicar soluciones racionales a los problemas que los demás sufren, para que los accidentes no se vuelvan a repetir y no dañen a nadie. No creo que sirva para nada toda esa falsedad de conmoverse, lo importante es hacer el bien, no decir que somos nosotros quienes lo hemos hecho", sentencia.

- Boda civil. "El otro día vi una boda civil de dos personas maduritas en la Casa de la Panadería de la plaza Mayor", comenta Pablo. "Me emocionó ver que aún hay gente que cree en el matrimonio, independientemente de su edad". Y añade: "No es que fuera gente muy mayor, tendrían unos cincuenta años cada uno, pero se les veía felices y contentos, ya recién casados", añade. "Alguna ventaja tendrá eso de casarse, si hay gente que es feliz, digo yo", añade.

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