Reportaje:LOS SUCESORES | PREPARANDO LAS URNAS

Rato: el paraíso económico perdido

Rodrigo Rato ha sido siempre el rostro económico del Gobierno del PP. La especialización de Rato quizá haya hecho olvidar su trayectoria política, que comenzó en 1979 en la Alianza Popular de Fraga. Diez años después, participó en el cónclave de Perbes, que dio a Aznar, en el verano de 1989, las riendas del partido como secretario general. Rato fue nombrado secretario general adjunto.

Al llegar en 1996 a ministro de Economía y Hacienda y vicepresidente segundo para Asuntos Económicos, Rato cabalgó sobre la recuperación en ciernes, después de varios años de recesión y desaceleración de l...

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Rodrigo Rato ha sido siempre el rostro económico del Gobierno del PP. La especialización de Rato quizá haya hecho olvidar su trayectoria política, que comenzó en 1979 en la Alianza Popular de Fraga. Diez años después, participó en el cónclave de Perbes, que dio a Aznar, en el verano de 1989, las riendas del partido como secretario general. Rato fue nombrado secretario general adjunto.

Al llegar en 1996 a ministro de Economía y Hacienda y vicepresidente segundo para Asuntos Económicos, Rato cabalgó sobre la recuperación en ciernes, después de varios años de recesión y desaceleración de la economía española, pasando a ser el arquitecto de la nueva etapa de expansión. En 2000, luego de obtener Aznar la mayoría absoluta, Rato siguió de vicepresidente para Asuntos Económicos, pero dejó de ser ministro para el área de Hacienda, tarea que recayó en un hombre de trayectoria personal próxima a Aznar y de menor perfil político. Es decir: en Cristóbal Montoro.

Es difícil saber si Rato haría de la política antiterrorista una muleta permanente, como hace Aznar cada vez que ve riesgos políticos en el horizonte
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Sin embargo, al mantener su cargo de vicepresidente, Rato siguió en disposición de capitalizar aquellos aspectos considerados centrales de la política económica vigente: el equilibrio presupuestario y la reducción del impuesto sobre la renta. Aunque estos asuntos se han producido en el ámbito de Hacienda, bajo la batuta de Montoro, Rato ha conseguido que formen parte de sus propios éxitos.

Es difícil saber, por ejemplo, si Rato, como presidente del Gobierno, haría de la política antiterrorista una muleta permanente, como hace Aznar cada vez que ve riesgos políticos en el horizonte. O si también él convertiría la lucha antiterrorista en el aspecto central de su política exterior, otorgando a Bush el apoyo casi incondicional que le concede Aznar. Hay quien piensa que Rato, sin retacear el respaldo, marcaría un estilo diferente.

El problema: la presencia dominante e irrespirable de Aznar hace difícil imaginarle en la presidencia de Gobierno con enfoques propios, aunque por estilo personal uno pueda concluir que así será si le llega el turno.

Después de disfrutar con los éxitos de la recuperación y expansión, Rato ve ahora cómo todo lo que sube, que diría Keynes, termina por bajar. Tanto Rato como Aznar habían creado la idea de que el PP había sido como el rey Midas. Ahora, el Gobierno lleva mal el descenso del ciclo. Las cifras de paro aumentan. Y la inflación, asignatura pendiente de las legislaturas del PP, sigue siendo imbatible.

Las expectativas de una guerra contra Irak han creado un virtual impuesto a todas las economías bajo la forma de un alza del precio del petróleo. Es verdad que la revaluación del euro frente al dólar, moneda que se usa para pagar el petróleo, ha amortiguado parte del golpe que supone la subida del crudo. Pero, aún así, supondrá un freno para la recuperación económica.

Si Rato es, como piensan muchos, el delfín de Aznar, abandonará el timón de la economía en un momento de deterioro, sin una clara recuperación en el horizonte.

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