El síndrome 'agotadas las localidades'

El hambre de flamenco no tiene hartazgo. Cuando los organizadores programaban la XII Bienal de Flamenco de Sevilla -que finalizará esta noche después de 34 días y 90 representaciones- se fijaron una meta muy ambiciosa: 100.000 espectadores. Cifra que, después de haberse agotado las localidades en el 80% de las representaciones, podrá superarse. Los resultados oficiales en cuanto a la asistencia, recaudación en taquilla e índice de ocupación no se conocerán hasta la próxima semana. La edición anterior se cerró con 80.000 espectadores.

Los llenos absolutos en jornadas, como las de ayer o ...

El hambre de flamenco no tiene hartazgo. Cuando los organizadores programaban la XII Bienal de Flamenco de Sevilla -que finalizará esta noche después de 34 días y 90 representaciones- se fijaron una meta muy ambiciosa: 100.000 espectadores. Cifra que, después de haberse agotado las localidades en el 80% de las representaciones, podrá superarse. Los resultados oficiales en cuanto a la asistencia, recaudación en taquilla e índice de ocupación no se conocerán hasta la próxima semana. La edición anterior se cerró con 80.000 espectadores.

Los llenos absolutos en jornadas, como las de ayer o el viernes, en las que la Bienal ha ofrecido cuatro espectáculos, hacen que la organización se replantee el futuro del festival, el referente más importante del flamenco en el mundo. 'Ante los resultados habrá que estudiar qué soluciones podemos adoptar. Tenemos la posibilidad de alargar la Bienal, algo que es difícil porque los teatros tienen su programación y sus compromisos. Otra opción sería la de disponer de más espacios para el flamenco dentro de la ciudad', comenta Manuel Herrera, director de la Bienal.

En esta edición se han utilizado 16 espacios escénicos. Por ejemplo, ayer se ofrecía en el teatro Lope de Vega (21.00 horas) la Gala de ganadores del IV Concurso de Jóvenes Intérpretes; en el Teatro Central (21.00), La voz del silencio, de Eva Yerbabuena; en Hotel Triana (24.00), Una fiesta en Triana y en la Peña Pies Plomo (22.00), el recital de La Tobala.

'Estamos satisfechos con los resultados. El nivel artístico ha sido bueno y eso se ha reflejado no sólo en la venta de entradas y en las críticas que han ido apareciendo en los medios de comunicación; sino también en la encuesta que ha realizado la Consejería de Turismo y Deporte', asegura el responsable de la Bienal. La citada encuesta, realizada entre 640 asistentes a los espectáculos, puntúa con un 8,6 -en una escala del 1 al 10- la calidad artística de las representaciones.

'Lo más importante en esta edición es que hemos apostado por espectáculos de vanguardia dentro del flamenco, algo que ya se venía haciendo pero en menor medida. La Bienal se ha consolidado como el lugar apropiado para presentar las expresiones más novedosas, sin olvidarnos de lo clásico que también tiene su sitio. Hemos podido ver los estrenos de Antonio Canales, Israel Galván o Eva Yerbabuena que investigan con otros lenguajes', añade Herrera.

El mercado del flamenco, además de la originalidad artística, ha sido otro de los sectores más beneficiados en esta 12ª edición que finalizará esta noche con un concierto de la granadina Estrella Morente.

'Se trata de hacer del ocio de los demás, nuestro negocio', decía el consejero de Turismo, Antonio Ortega, el pasado jueves, durante la inauguración de la Feria Mundial del Flamenco que se clausurará hoy en el Palacio de Congresos de Sevilla. El consejero se refiere a la buena marcha de una bolsa de contratación internacional. 'Todavía es pronto para dar resultados, pero se están firmando muchos contratos. Han venido programadores de todos sitios hasta de países que no tienen una tradición de gusto por el flamenco como Nueva Zelanda o China', comenta Herrera.

El Ayuntamiento de Sevilla, que organiza la cita flamenca con la colaboración de las consejerías de Cultura y Turismo, el Ministerio de Educación y Cultura y RTVA, le tocará decidir el futuro de la Bienal que está en peligro de morir de éxito: la delegada de Cultura del Ayuntamiento, Paola Vivancos, tuvo que hacer recuento, a mitad de septiembre, de los espectáculos que estaban agotados. Había cundido el pánico y el público no acudía a las taquillas pensando que no había entradas.