Reportaje:JARDÍN BOTÁNICO DE CÓRDOBA

A la sombra de árboles exóticos

Son las diez de la mañana. Cientos de turistas madrugadores, provistos de gorra, mapa y agua mineral, caminan hacia la Mezquita de Córdoba. Si uno supiera volar, vería desde arriba una marea de seres humanos zigzagueando concienzudamente por las calles de la Judería, rumbo a un templo que les atrae como un imán. Pero observaría también un discreto goteo de viajeros que se aparta del área de influencia de la Mezquita y avanza junto al río, rumbo al oeste de la ciudad. ¿Adónde van? Es fácil: al Jardín Botánico, un lugar poblado de árboles familiares y desconocidos, de especies comunes y rarísima...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Son las diez de la mañana. Cientos de turistas madrugadores, provistos de gorra, mapa y agua mineral, caminan hacia la Mezquita de Córdoba. Si uno supiera volar, vería desde arriba una marea de seres humanos zigzagueando concienzudamente por las calles de la Judería, rumbo a un templo que les atrae como un imán. Pero observaría también un discreto goteo de viajeros que se aparta del área de influencia de la Mezquita y avanza junto al río, rumbo al oeste de la ciudad. ¿Adónde van? Es fácil: al Jardín Botánico, un lugar poblado de árboles familiares y desconocidos, de especies comunes y rarísimas; de plantas aromáticas y decorativas, medicinales y venenosas, con flores o sin ellas, llegadas del desierto o de montañas lluviosas.

Todo esto puede verse dando un sencillo paseo por el jardín, el más antiguo de Andalucía, que alberga, además, dos museos especializados: uno en etnobotánica (es decir, en la relación de la humanidad con la vida vegetal) y otro en paleobotánica (la ciencia que estudia la historia antigua de las plantas). Es, también, la sede del Banco de Germoplasma Vegetal, donde se guardan miles de semillas que garantizan la conservación de la flora andaluza.

Nada más entrar al Botánico (cuesta dos euros a los adultos y uno y medio a los niños, estudiantes y jubilados), el visitante se encuentra una pequeña rosaleda, con flores de todos los colores posibles (incluyendo el naranja intenso) en torno a un estanque octogonal. Poco más allá está el Arboretum, una colección viva de árboles y arbustos de todo el mundo, que ofrece a la vez sombra y fresco, muy necesarios, y la ilusión de haber viajado a Asia o a América en pocos segundos.

Muy cerca, frente al río, se alza el Molino de la Alegría, un edificio del siglo XIV que acoge el Museo Paleobotánico, único en Europa. Dentro se exhiben fósiles de plantas que vivieron hace cientos de millones de años y dejaron su impronta, perfectamente reconocible, en la roca. Esta sala sólo se abre los jueves y viernes. Durante el verano el jardín lo hace de martes a domingo de 10.00 a 15.00. Además, los jueves y viernes hay horario nocturno: a partir de las 21.00 se puede disfrutar de visitas guiadas por el jardín y los invernaderos iluminados para la ocasión. Y el 28 de agosto y el 11 de septiembre serán 'Noches románticas', lo que quiere decir que tras el paseo se puede cenar y escuchar música sin salir del Botánico.

Llama la atención el jardín tacto-olfativo, que permite a los interesados pasar los dedos por las plantas, acercar la nariz e identificarlas a la perfección. Ayer, una niña aspiraba con gran concentración e informaba al resto de su familia: 'Ésta huele a anís'. No faltan incienso, hierbabuena, laurel, salvia, mejorana... Y no puede uno perderse los invernaderos dedicados a la flora canaria, que dan la oportunidad de volar a las islas y mirar de cerca árboles exóticos como el barbuzano y arbustos peculiares como los veroles, que parecen rosas gigantes, verdes y carnosas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En