La Blanca

Y por la mañana, cultura

Parecen seres de otro planeta que bucean entre las miasmas y los restos de la fiesta nocturna, los componentes reales de Vitoria. No pasan del centenar, pero su atuendo impoluto, la cabeza erguida a estas alturas de semana y, sobre todo, el plano de la ciudad entre las manos, confirman que el paseante se encuentra ante alguno de los turistas que han venido a ver la ciudad y se han encontrado con la fiesta.

Son el lado cultivado del forastero: parejas algo más que jóvenes, matrimonios con hijos y grupos de amigos con niños, que participan de las actividades culturales que este año ha org...

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Parecen seres de otro planeta que bucean entre las miasmas y los restos de la fiesta nocturna, los componentes reales de Vitoria. No pasan del centenar, pero su atuendo impoluto, la cabeza erguida a estas alturas de semana y, sobre todo, el plano de la ciudad entre las manos, confirman que el paseante se encuentra ante alguno de los turistas que han venido a ver la ciudad y se han encontrado con la fiesta.

Son el lado cultivado del forastero: parejas algo más que jóvenes, matrimonios con hijos y grupos de amigos con niños, que participan de las actividades culturales que este año ha organizado el Ayuntamiento de la capital alavesa. Y aquí surgen los contrastes: los recorridos y lugares abiertos al público se encuentran todos en el Casco Viejo, uno de los focos de la marcha nocturna.

El amanecer de las calles de esa gran almendra que es la primera Vitoria se asemeja al paisaje tras la batalla. Tras el recorrido del servicio de limpieza, y sin que haya respiro para la pituitaria, los abnegados visitantes salen hacia el altar de la cultura. El recorrido parte de la Oficina de Turismo, en la calle Dato y, pasa por la Plaza de España, donde los aromas del concurso de patatas guisadas son la primera prueba para la comitiva formada por varios matrimonios de Tortosa (Tarragona) que se han encontrado con el jolgorio de casualidad.

Pero manda la cultura histórica, no la gastronómica. Así que el paseo continúa hacia la iglesia de San Miguel, el palacio de Villasuso, el de Montehermoso, el de Escoriaza-Esquivel,... Todo un recorrido cultural en el que el grupo se cruza con parejas aisladas que dan la nota de romanticismo a estos edificios neoclásicos.

Es el caso de Pablo Guindeo y Estrella Guzmán, quienes llegan a Vitoria desde Gijón y que ayer visitaban la torre de la iglesia de San Vicente, a escasas decenas de metros del meollo festivo de la plaza del Machete y la calle Cuchillería. 'Estamos celebrando los cinco años de matrimonio con un viaje hasta Barcelona, pasando por las principales capitales, y no sabíamos que eran fiestas. De momento, seguimos con nuestro plan, ya veremos lo que ocurre esta noche', comentaban antes de subir a la torre más alta de la ciudad.

La apertura al público de la zona superior de este templo, incluido el paseo por el espacio entre las bóvedas y la techumbre, es una de las principales novedades del recorrido por el casco antiguo. Otras son la visita al palacio de Escoriaza-Esquivel, habitualmente cerrado al público, y la entrada al Museo de los Faroles, que no lleva ni un año con las puertas abiertas. Allí se encontraba Stefano, un estudiante italiano llegado más que nada a las fiestas. 'Pero ayer me retiré pronto y tenía ganas de conocer el casco antiguo de día, de visitar los monumentos, además de los bares'.

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Los italianos son, junto con los franceses, los más asiduos en las fiestas de La Blanca, sobre todo este año, según la Oficina Municipal de Turismo. Y entre los españoles, el primer puesto es para los catalanes, seguidos por los madrileños. Lo que sí dejaron claro todas las guías turísticas que trabajan en los monumentos del Casco Viejo es que el número de visitas ha bajado visiblemente durante los días de La Blanca. Y es que es preferible el calor de la noche que la soledad de las mañanas, aunque sean culturales.

NOVEDADES

La visita a los monumentos se ha acompañado con algún ingrediente más, como la exposición fotográfica sobre el casco antiguo que alberga el palacio de Escoriaza-Esquivel. Son 38 imágenes que descubren rincones de la ciudad hasta al más vitoriano.

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