Tribuna:COYUNTURA INTERNACIONAL

Sin crédito

Desde que en marzo de 2000 la práctica totalidad de mercados de renta variable marcaran los últimos máximos hemos asistido a notables deterioros, no sólo en los precios de las acciones de las compañías, sino también en las condiciones en que las empresas acceden a la financiación ajena. Esto se ha visto reflejado en los diferenciales de tipos de interés que el mercado ha impuesto a las emisiones más recientes de renta fija privada, y también en el fuerte descenso de precios de los bonos corporativos, con el consiguiente aumento de las rentabilidades de los mismos, en el mercado secundar...

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Desde que en marzo de 2000 la práctica totalidad de mercados de renta variable marcaran los últimos máximos hemos asistido a notables deterioros, no sólo en los precios de las acciones de las compañías, sino también en las condiciones en que las empresas acceden a la financiación ajena. Esto se ha visto reflejado en los diferenciales de tipos de interés que el mercado ha impuesto a las emisiones más recientes de renta fija privada, y también en el fuerte descenso de precios de los bonos corporativos, con el consiguiente aumento de las rentabilidades de los mismos, en el mercado secundario.

Al igual que el mercado de renta variable, el mercado de crédito ha venido a reflejar las constantes dudas acerca de las posibilidades de rentabilizar negocios con tan elevado volumen de endeudamiento. Las compañías de telecomunicaciones, pero no sólo éstas, han visto cómo se han ampliado de manera notable sus diferenciales a lo largo de estos dos últimos años, dificultando el acceso a la financiación y, por tanto, dilatando en el tiempo la posibilidad de acometer nuevos procesos de inversión. El propio Alan Greenspan, en su reciente comparecencia ante el Senado estadounidense, se lamentaba de las condiciones actuales de acceso a la financiación por parte de las empresas y de cómo ello iba a ralentizar la recuperación económica del país a lo largo de los próximos meses.

La desconfianza añadida que se vive actualmente en los mercados, cimentada en dudosas prácticas contables que han llevado a numerosas empresas a situaciones más que delicadas, pone de relevancia la insuficiencia de los actuales sistemas de control y de supervisión, tanto internos como externos, y la falta de celeridad y de criterio que en bastantes ocasiones han exhibido las agencias de calificación crediticia. La restauración de la credibilidad va a exigir profundas reformas de las normativas y de las prácticas profesionales, pero sobre todo, va a precisar tiempo, quizá demasiado tiempo para restañar la confianza perdida.

Entre los efectos favorables de esta crisis de crédito quedará reflejada, sin embargo, la mayor capacidad de discriminación de los agentes, las nuevas y más precisas técnicas de evaluación crediticia y la emergencia y fuerte desarrollo de nuevos mercados que, como el de derivados de crédito, jugarán un papel central en la cobertura y diversificación de esta clase de riesgo.

Juan Cebrián y Daniel Manzano. Tecnología, Información y Finanzas (Grupo Analistas)

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