Reportaje:

Torres Hurtado y la perplejidad

La designación del delegado del Gobierno a la alcaldía granadina siembra de dudas a la militancia

La designación de José Torres Hurtado como candidato a la alcaldía de Granada por el PP ha sumido a parte de la militancia en la perplejidad. Por un lado, Juan de Dios Martínez Soriano, el otro aspirante, no ha podido lograr su objetivo pese a presidir desde hace 12 años un partido que no ha logrado restañar los enfrentamientos habidos en los últimos congresos. De otro, Torres Hurtado regresa a una provincia de la que ha estado ausente seis años (desde que ocupó la delegación del Gobierno en Andalucía) y a un partido que preside quien fuera su opositor en el congreso de 1996.

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La designación de José Torres Hurtado como candidato a la alcaldía de Granada por el PP ha sumido a parte de la militancia en la perplejidad. Por un lado, Juan de Dios Martínez Soriano, el otro aspirante, no ha podido lograr su objetivo pese a presidir desde hace 12 años un partido que no ha logrado restañar los enfrentamientos habidos en los últimos congresos. De otro, Torres Hurtado regresa a una provincia de la que ha estado ausente seis años (desde que ocupó la delegación del Gobierno en Andalucía) y a un partido que preside quien fuera su opositor en el congreso de 1996.

Para los más optimistas la decisión del secretario general, Javier Arenas, de apostar por José Torres en claro detrimento del presidente provincial significa el inicio de una normalización forzosa aceptada a regañadientes por el propio Martínez Soriano. De hecho, entre la militancia ha empezado a cuajar la idea de que el presidente provincial aceptará ir en el segundo puesto en la candidatura para reconquistar la alcaldía que perdiera Gabriel Díaz Berbel.

Otra opinión, menos complaciente, teme que la elaboración de la candidatura abrirá las heridas aún no cerradas y será inevitable el choque entre Torres y Martínez Soriano y los hombres de confianza de éste, que hoy ocupan buena parte de los cargos institucionales del PP. Torres ha pedido completa libertad para elaborar la lista.

Como argumento para respaldar esta última tesis se señala al sector crítico, aglutinado en torno a un foro de opinión encabezado por el ex concejal José Manuel Urquiza. Urquiza mostró, en nombre del foro, su satisfacción por la elección de José Torres como candidato a la alcaldía. Ambos, junto con José Luis del Ojo, formaron en el congreso provincial de 1996 un sólido bastión para disputar la presidencia a Martínez Soriano. José Torres, recién nombrado delegado del Gobierno, no tuvo inconveniente en dar su apoyo a Del Ojo. Finalmente, Martínez Soriano se alzó con la victoria por 24 votos de diferencia.

La de 1996 fue la última participación activa de José Torres en un congreso. En el del año 2000 Martínez Soriano se volvió a enfrentar a Del Ojo, ya sin el apoyo explícito de Torres y Urquiza, y ganó por 91 votos.

En un amplio sector del PP cundió un sentimiento de traición cuando Del Ojo aceptó tras conocer la derrota integrarse en el ejecutivo y ocupar una vicepresidencia. Esta capitulación, sin embargo, no ha acabado con el sector crítico que ahora encabeza Urquiza. Si a todo esto se une los militantes damnificados por su afinidad a Díaz Berbel cuesta trabajo aceptar que la futura elaboración de la lista vaya a ser eminentemente pacífica.

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Martínez Soriano, que se encontraba en Cuba cuando fue elegido José Torres como candidato, ofreció toda la organización del partido al delegado del Gobierno para retomar la alcaldía de Granada. Sin embargo, hay quien se pregunta si la cohabitación entre ambos responde a una sincera convicción para normalizar el partido o esconde alguna clave desconocida, incluida la celebración de un congreso provincial después del regional (previsto para septiembre) que aúpe a una persona de confianza de José Torres a la dirección del PP granadino.

Los militantes de base, mientras, permanecen expectantes y más bien desilusionados. En las últimas elecciones el PP no logró reunir el número suficiente de voluntarios para ocupar las plazas de apoderados e interventores en los colegios electorales.

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