AGENDA GLOBAL | ECONOMÍA

¡Adam Smith, resucita, se han vuelto locos!

ESTE TITULAR ABRÍA A TODA PÁGINA el pasado martes el suplemento de Economía del diario francés Le Monde. No se le ha ocurrido a Carlos Rodríguez Braun, ni siquiera a mí. Pero su sentido se multiplicaba unas horas después, cuando el presidente George Bush acudía a Wall Street a cantar la palinodia de los excesos empresariales de la América corporativa ante más de un millar de ejecutivos de las principales sociedades estadounidenses, que es como decir mundiales.

El discurso de Bush fue más moral que económico, lo que, traducido al lenguaje de bastantes de esos ejecutivos presentes ...

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ESTE TITULAR ABRÍA A TODA PÁGINA el pasado martes el suplemento de Economía del diario francés Le Monde. No se le ha ocurrido a Carlos Rodríguez Braun, ni siquiera a mí. Pero su sentido se multiplicaba unas horas después, cuando el presidente George Bush acudía a Wall Street a cantar la palinodia de los excesos empresariales de la América corporativa ante más de un millar de ejecutivos de las principales sociedades estadounidenses, que es como decir mundiales.

El discurso de Bush fue más moral que económico, lo que, traducido al lenguaje de bastantes de esos ejecutivos presentes en la Bolsa neoyorquina, significa que tuvo mucha retórica, pero poca sustancia. 'He venido a hablar de una nueva era en la vida empresarial de América', dijo Bush. Los conceptos de responsabilidad moral y de prosperidad fueron los más repetidos por el presidente, ligados a continuación en una teórica amalgama indisoluble. Además de la retórica, Bush anunció medidas para castigar a los responsables de los escándalos económicos cotidianos, el endurecimiento de las penas de cárcel para los ejecutivos deshonestos y la creación de un comando especial contra el crimen financiero, identificado con los fraudes en la América corporativa.

El discurso de Bush contra los fraudes suena a retórica. Los mercados no han reaccionado. El presidente es descrito como un ex ejecutivo petrolero reconvertido en político y rodeado de consejeros delegados

Cómo no hacer una analogía entre las palabras de Bush y las enseñanzas del economista escocés del siglo XVIII, padre de la economía como ciencia social y autor de la Teoría de los sentimientos morales y de La riqueza de los naciones. Pero quizá a Smith, como a los mercados o a los analistas, la figura de Bush no le parecería lo suficientemente modélica como para liderar esa cruzada moral que en busca de la credibilidad y de la transparencia perdidas afirma querer emprender el sistema americano. Léase el cruel retrato robot que hacía el Wall Street Journal, biblia de ese capitalismo hoy en crisis para todo el mundo excepto para sus sacristanes, del presidente de EE UU: 'Un ex ejecutivo de una petrolera reconvertido en político, que ha llenado su Gabinete de consejeros delegados'.

Las sospechas amargan la vida a Bush y a algunos de sus hombres más cercanos. Sin que todavía se haya delimitado su relación con el ex responsable de la quebrada Enron (principio de este rosario de irregularidades) y con las pingües aportaciones de esa empresa a la financiación del Partido Republicano, Bush se enfrenta ahora a presuntas irregularidades de hace 12 años, en la venta de acciones de una empresa petrolera de Tejas antes de que ésta anunciase cuantiosas pérdidas. El presidente pertenecía entonces a su equipo directivo. No es el único caso: el vicepresidente Dick Cheney acaba de ser demandado por un grupo de accionistas de Halliburton, una de las mayores corporaciones de servicios petroleros estadounidense, por fraude contable en el periodo 1995-2000, años en que Cheney estuvo al frente de la misma.

El presidente de la SEC (la comisión del mercado de valores de EE UU), Harvey Pitt -una apuesta personal de Bush-, es triturado todos los días por los demócratas (que están aprovechando esta serie de escándalos para sangrar la fortaleza de los republicanos antes de las elecciones legislativas del próximo noviembre), por un hipotético conflicto de intereses, ya que ha representado como abogado, antes de estar en el organismo regulador, a las principales firmas de contabilidad que en esta coyuntura tiene que poner bajo vigilancia. Por cierto, Bush ha tenido que acceder a aumentar el presupuesto de la SEC ante la cantidad de trabajo que se le acumula, a lo que hasta hace unas semanas se había negado.

Al tiempo que esto ocurre, la Bolsa sigue bajando. Seguramente el problema no trascenderá mientras los sufrientes de la situación sean los inversores. Las luces rojas comenzarán a parpadear cuando la depresión se contagie al sistema financiero. Lo que la historia demuestra que ha sucedido en distintas ocasiones.

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