Crítica:

Una nueva normalidad

Son muchos los novelistas que han abordado el asunto de las relaciones paterno-filiales, y casi siempre lo han hecho tratando de captar lo que hay de universal en cada caso particular, invitando al lector a proyectar sobre esa historia la suya propia, a reconocer en esas experiencias su experiencia. A veces, sin embargo, se interponen factores que impiden esa aspiración a la universalidad, y lo que nos atrae de esas novelas no es su capacidad de iluminar nuestras vidas, sino su mayor o menor aptitud para iluminarse a sí mismas. La novela Nacido dos veces, que recrea la relación de un pr...

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Son muchos los novelistas que han abordado el asunto de las relaciones paterno-filiales, y casi siempre lo han hecho tratando de captar lo que hay de universal en cada caso particular, invitando al lector a proyectar sobre esa historia la suya propia, a reconocer en esas experiencias su experiencia. A veces, sin embargo, se interponen factores que impiden esa aspiración a la universalidad, y lo que nos atrae de esas novelas no es su capacidad de iluminar nuestras vidas, sino su mayor o menor aptitud para iluminarse a sí mismas. La novela Nacido dos veces, que recrea la relación de un profesor italiano con su discapacitado hijo Paolo, pertenece sin duda a este segundo grupo.

Paolo es el segundo de los dos hijos del profesor Frigerio. El mayor, Alfredo, tuvo un nacimiento normal. Paolo, en cambio, tiene la corteza cerebral dañada por una falta de oxígeno en el momento del parto que le ha provocado graves disfunciones psicomotrices. La escasa relevancia del personaje de Alfredo en la novela habla a las claras de los propósitos del autor, que en ningún momento manifiesta la menor nostalgia por esa universalidad imposible: la que habría conocido si Paolo no hubiera nacido o hubiera nacido sano, la que habría tratado de reflejar si el protagonista de la historia no hubiera sido Paolo sino Alfredo. No obstante, el de Pontiggia no es un libro sobre una familia que escapa a la normalidad, sino sobre la nueva normalidad que esa familia se ve forzada a construir: el segundo nacimiento al que se alude en el título es, por supuesto, el de Paolo, obligado a superar su desventaja inicial, pero también el de los miembros de su familia, cuyo sistema de valores y relaciones se ve seriamente alterado.

NACIDO DOS VECES

Giuseppe Pontiggia Traducción de Elena de Grau Aznar Salamandra. Barcelona, 2002 221 páginas. 12 euros

Con acotaciones y comentarios que se diría extraídos de un diario (el autor no ha ocultado la inspiración autobiográfica del libro), Nacido dos veces avanza entre las medias verdades de los médicos y los problemas de escolarización de Paolo, entre los pequeños conflictos cotidianos y las reuniones con otros padres de niños disminuidos, y en ese avance el narrador va dejando constancia de la nueva relación establecida consigo mismo y su propio trabajo, con la familia y el matrimonio, con la religión, con el lenguaje. La enfermedad de Paolo ha acabado modificando todas las instancias de su vida, y esa modificación ha dado lugar a un correlato sentimental en el que Frigerio, sin el menor rastro de autocomplacencia, da fe de sus momentos de rencor, piedad, miedo, alegría, desilusión, ternura. De esta tan sobria como conmovedora historia podría decirse que es una novela de aprendizaje en la que no aprende el alumno, sino el maestro, Frigerio, que sin Paolo jamás habría llegado a descubrir tantas cosas como descubre en las zonas abisales de su alma.

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