CARTAS AL DIRECTOR

Valle de lágrimas

Como hijo de preso republicano que dejó parte de su vida en Cuelgamuros o el Valle de los Caídos trabajando como una acémila de sol a sol durante dos años, me quedo gratamente sorprendido cuando en el suplemento del domingo 26 de mayo de 2002 de su diario EL PAÍS leo un amplio artículo titulado 'Esclavos Cara al Sol', por Isaías Lafuente, en el que se pueden leer algunos de los atropellos que se cometieron con decenas de miles de presos republicanos durante la dictadura franquista.

Efectivamente, de un supuesto salario de 14 pesetas asignado a cada recluso, dos pesetas irían a parar a s...

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Como hijo de preso republicano que dejó parte de su vida en Cuelgamuros o el Valle de los Caídos trabajando como una acémila de sol a sol durante dos años, me quedo gratamente sorprendido cuando en el suplemento del domingo 26 de mayo de 2002 de su diario EL PAÍS leo un amplio artículo titulado 'Esclavos Cara al Sol', por Isaías Lafuente, en el que se pueden leer algunos de los atropellos que se cometieron con decenas de miles de presos republicanos durante la dictadura franquista.

Efectivamente, de un supuesto salario de 14 pesetas asignado a cada recluso, dos pesetas irían a parar a su mujer y una peseta más por cada hijo menor (de cinco hermanos, dos éramos menores). Pues bien, a mi padre sólo 1e daban 50 céntimos. Pero es que mi madre no recibió nunca ni una peseta. Sin comentarios.

Creo necesario añadir, además, que cuando al fin mi padre salió en libertad condicional con destierro, después de redimir su condena de 30 años acogiéndose al decreto de 9 de octubre de 1945, BOE número 293, como otro muchos compañeros, desde su lugar de destierro, que duró dos años, tuvo que seguir dando cuenta mensual de su puño y letra de sus ingresos, así como de todas sus actividades y ahorros, además de ser encarcelado en varias ocasiones temporalmente, mientras tanto se disipaban en la mente de las autoridade locales los fantasmas de cualquier sospecha; todo ello sin haber cometido otro delito que defender la libertad.

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No obstante, fueron 'generosos', porque en caso de necesidad -según constaba en el certificado de su liberación- podía seguir contando con la prisión como lugar de retiro y protección.

Como muy bien dice Isaías Lafuente, ya es hora de que alguien pida perdón (como ha sucedido en Alemania) y se reconozca públicamente la humillación y rapiña a que fueron sometidos los presos políticos por el régimen franquista durante 40 años.

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