Crítica:

Lúcida inmadurez

Como el héroe de La ventana indiscreta, el célebre filme de Hitchcock, el narrador y protagonista de la segunda novela de Andrés Neuman también se asoma al mundo a través de una ventana, sólo que la suya es la pantalla de un ordenador que lo proyecta a la dimensión más ajustada al misterio que arrastra: no saber exactamente cuál es su verdadero drama, suponiendo que hubiera uno y que fuera real. Net, que así se llama el personaje central de esta novela, envía correos electrónicos a una destinataria de la que sólo conocemos su nombre y algunos exiguos detalles.

El autor de ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Como el héroe de La ventana indiscreta, el célebre filme de Hitchcock, el narrador y protagonista de la segunda novela de Andrés Neuman también se asoma al mundo a través de una ventana, sólo que la suya es la pantalla de un ordenador que lo proyecta a la dimensión más ajustada al misterio que arrastra: no saber exactamente cuál es su verdadero drama, suponiendo que hubiera uno y que fuera real. Net, que así se llama el personaje central de esta novela, envía correos electrónicos a una destinataria de la que sólo conocemos su nombre y algunos exiguos detalles.

El autor de Bariloche ha urdido una voz narradora enganchado a la red, un joven náufrago de nuestros días asido a los mensajes sin respuesta que envía. Pero mediante esos mensajes arma su pasado, jirones dispersos de vida sentimental que nos van descubriendo una naturaleza cínica y distante, pero desarraigada y escéptica.

LA VIDA EN LAS VENTANAS

Andrés Neuman Espasa. Madrid, 2002 200 páginas. 14,90 euros

La actitud de Net, su sentimiento de desubicación familiar, su nostalgia de sentimientos sublimes e hirientes en la tradición de Rimbaud y el conde de Leautréamont, pueden hacer pensar al lector que nos encontramos ante uno de esos héroes cercanos a los que poblaron hasta hace pocos años en España una literatura airada escrita por jóvenes novelistas. Nada más lejos de ello. Si algún parentesco tiene Net éste es con una literatura de corte existencialista. Las referencias a Gombrowicz que salpican esta novela no son casuales ni ornamentales. Tienen que ver con la índole moral y anímica de su protagonista: un joven aferrado a su lúcida inmadurez. Si La vida en las ventanas se lee bajo esta perspectiva, en la de un héroe desprotegido ante el absurdo y la banalidad de la existencia, y no en la de un chico modernote que escribe correos electrónicos a un posible ser imaginario, entonces la novela de Neuman gana muchos enteros. Sustancia especulativa tiene y mucha, aunque dudo que su forma epistolar haya sido la más acertada para la seria materia que propone.

Archivado En