Hurtos en pandilla

Carteristas adolescentes tienen en vilo a vecinos y turistas de Barcelona

Con la llegada del buen tiempo y la afluencia de turistas en Barcelona, los carteristas empiezan a frotarse las manos. En los últimos días, vecinos y transeúntes se están viendo afectados por las artimañas de al menos un centenar de jóvenes, en su mayoría menores de edad, que agudizan su ingenio en la realización de pequeños hurtos, actuando como verdaderos profesionales. Según la policía, se trata en su mayoría de inmigrantes que actúan en grupo, sobre todo los fines de semana, y que centran su actividad en los puntos turísticos más destacados. Los turistas, cargados de dinero y cámaras fotog...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Con la llegada del buen tiempo y la afluencia de turistas en Barcelona, los carteristas empiezan a frotarse las manos. En los últimos días, vecinos y transeúntes se están viendo afectados por las artimañas de al menos un centenar de jóvenes, en su mayoría menores de edad, que agudizan su ingenio en la realización de pequeños hurtos, actuando como verdaderos profesionales. Según la policía, se trata en su mayoría de inmigrantes que actúan en grupo, sobre todo los fines de semana, y que centran su actividad en los puntos turísticos más destacados. Los turistas, cargados de dinero y cámaras fotográficas, y las parejas de novios, distraídas en el flirteo amoroso, son las principales víctimas de esta práctica que, según explica la policía, es habitual a lo largo del año. El parque de la Ciutadella, el parque Güell, el área olímpica de Montjuïc, la Sagrada Família y el Port Vell son algunos de los sitios preferidos por estos carteristas. 'Y dentro de poco, se centrarán en las playas', avanza un portavoz policial. 'Se extienden por toda la ciudad. Son grupos nómadas y enseguida que les ponemos cerco en un punto, emigran a otro', añade. En esta línea, unas cuadrillas han tomado como base en los últimos días el parque de la Ciutadella y tienen atemorizados a vecinos y paseantes.

La policía secreta se ve obligada a atrapar a los menores in fraganti antes de que puedan desaparecer con el dinero. 'Tenemos que trabajar con mucha rapidez, ya que se comunican entre ellos por móvil y, en cinco minutos, se deshacen de todo lo robado sin que podamos acusarles', explica un portavoz policial.

En contra de lo que se pudiera pensar, en Cataluña la mayoría de delincuentes menores de edad son ciudadanos españoles. De acuerdo con los datos facilitados por el Ministerio del Interior esta semana, durante 2001 la policía y la Guardia Civil detuvieron en Cataluña 4.301 jóvenes menores de 17 años. La inmensa mayoría de los detenidos (72,79%) era de nacionalidad española, mientras que sólo el 27,21% eran extranjeros.

En Barcelona, Interior informa de que la cosa cambia: la mayoría de los delincuentes menores de edad son extranjeros, y muchos de ellos sin domicilio. Según las autoridades, hay unos 400 menores de 18 años indocumentados, que vagan sin domicilio fijo por las calles de Barcelona y su área de influencia, viviendo de pequeños hurtos o de trabajos que les dan mafias de adultos e incluso de la prostitución.

El Parlamento catalán aprobó hace un mes una reforma de la Ley de Protección de Menores que permitirá internar por la fuerza en centros de la Generalitat, durante un mes como máximo, a estos menores que rechazan ponerse bajo la tutela de servicios de atención al menor. La policía explica que se trata de menores que, siempre que pueden, evitan la violencia. En el caso de los mayores de edad, éstos actúan también con el máximo cuidado y procuran no causar daños a la persona ni a sus pertenencias, de manera que sólo se les pueda acusar de hurto y no de robo, ya que esto último tendría consecuencias legales más duras.

Así, los carteristas suelen limitarse a extraer el dinero, con gran rapidez, y dejan en perfecto estado el bolso o la cartera a escasos metros de donde lo han sustraído.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO
Dos muchachas toman el sol en el parque de la Ciutadella, mientras la policía cachea a un joven.MANOLO S. URBANO

Archivado En