Reportaje:el adiós de España | El polémico adiós de España | Mundial 2002

Un cuento chino

La selección española se despide de Corea envuelta en un clima depresivo y surrealista

La delegación surcoreana instaló su atril y el sintetizador musical y tocó Cuando los santos vengan marchando en la colina de Seobu. Una decena de funcionarios del Ayuntamiento de Ulsan, vestidos de regularísimo traje color plomo y zapatos italianos de punta levantada, se reunieron ayer, domingo, después del mediodía, para despedir a la selección española de Corea del Sur y del Mundial 2002.

La bandera española daba chasquidos, sacudida por el viento del Pacífico en lo alto de un mástil. La cara de José Antonio Camacho estaba roja de frío. Hierro, a su lado, fruncía el ceño vesti...

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La delegación surcoreana instaló su atril y el sintetizador musical y tocó Cuando los santos vengan marchando en la colina de Seobu. Una decena de funcionarios del Ayuntamiento de Ulsan, vestidos de regularísimo traje color plomo y zapatos italianos de punta levantada, se reunieron ayer, domingo, después del mediodía, para despedir a la selección española de Corea del Sur y del Mundial 2002.

La bandera española daba chasquidos, sacudida por el viento del Pacífico en lo alto de un mástil. La cara de José Antonio Camacho estaba roja de frío. Hierro, a su lado, fruncía el ceño vestido de sport con un moderno modelo de zapatillas Adidas azules. El secretario de Estado para el Deporte, Juan Antonio Gómez Angulo, daba el pego diplomático. Y Ho On-huk, director para el proyecto mundialista en Ulsan, leía su breve discurso: 'El equipo de España ha sabido comprender la sensibilidad del pueblo coreano, de su gente, y la ciudad de Ulsan y yo, en su nombre, queremos agradecerle su mano tendida de amistad (...)'.

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La lluvia comenzaba a caer cuando un miembro del cuerpo técnico español, que miraba la ceremonia desde la distancia, hizo la siguiente apreciación: 'Esto es un cuento chino'. En efecto, tras la derrota ante Corea del Sur en la noche del sábado, la atmósfera de la concentración del equipo era, en el mejor de los casos, alucinatoria. No estaban las cosas para celebraciones ni despedidas efusivas. Allí todos los españoles estaban convencidos de que una mano negra les había 'robado la cartera' en el metro. Así explicó un jugador su desasosiego. Tras casi un mes de confinamiento en aquel paraje, dominando un océano extraño y unos astilleros gigantescos en permanente estado de convulsión, entrenándose todos los días en sesiones de doble turno, la despedida prematura por lo que todos consideran culpa de un árbitro sospechoso de mala fe ha sido un sopapo en el alma.

Las suspicacias iban y venían en la mente de la expedición a ritmo de manía persecutoria. El día después de la derrota todo se antojaba 'un cuento chino'. ¿Qué intereses podrían empujar a la FIFA a ayudar a Corea del Sur contra España? ¿Qué relación hay entre el presidente del comité organizador del Mundial y aspirante a la presidencia de Corea del Sur, el poderoso Mong Joon-chung, y estos arbitrajes nefastos? ¿Qué se juega en todo esto? Por lo pronto, es el dueño de Hyundai, la multinacional que patrocina el torneo, la empresa que ha construido buena parte de los estadios y los hoteles.

La mañana encapotada, tormentosa, no ayudaba a despejar el pesimismo en los jugadores y los técnicos mientras contemplaban con incredulidad a Ho On-huk dar su discurso. Luego, el vicepresidente de la federación, Juan Padrón, dijo algunas palabras y descubrió una placa en un muro contiguo: 'La selección española (...), alojada en el Hyundai Sport Club House (...), quiere mostrar su gratitud por el magnífico trato y enorme afecto recibidos. Ulsan, mayo/junio de 2002'.

Gómez Angulo se acomodó las gafas y se paró ante el atril. 'Este es un acto de justicia', proclamó el político, 'porque es justo ser agradecidos con el pueblo coreano, que nos ha tratado aquí como en casa. Porque en España decimos que es de bien nacidos ser agradecidos. Porque hoy Hierro, un jugador inolvidable, se despide de la selección, pero muchos otros han comenzado aquí su larga andadura. Porque, como dijo Antonio Machado, el mañana no se escribe en el ayer. Hay que pensar en el futuro'.

Subrepticiamente, De Pedro aprovechó la ceremonia y se despidió de sus compañeros en el salón del Club House. Sonriente, luciendo una camisa hawaiana y unas bermudas marrones, el interior de la Real Sociedad se marchó de vacaciones acompañado por su novia. Se fue a coger el vuelo que lo llevaría desde Seúl hasta Bora Bora, en la Polinesia francesa.

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