Editorial:

Paridad natural

La propuesta de José Bono de obligar por ley a que toda lista, de partido o no, que concurra a las elecciones de Castilla-La Mancha alterne obligatoriamente hombres y mujeres marca una dirección que, con cautelas respecto a su constitucionalidad, merecería estudiarse a fondo y generalizarse, aunque tal vez de una forma más flexible, para fomentar la paridad política entre ambos sexos. Paridad como compensación a los obstáculos objetivos que dificultan la dedicación de las mujeres a la política.

Lo ocurrido en Francia es revelador de las resistencias a la paridad, pero también de su nece...

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La propuesta de José Bono de obligar por ley a que toda lista, de partido o no, que concurra a las elecciones de Castilla-La Mancha alterne obligatoriamente hombres y mujeres marca una dirección que, con cautelas respecto a su constitucionalidad, merecería estudiarse a fondo y generalizarse, aunque tal vez de una forma más flexible, para fomentar la paridad política entre ambos sexos. Paridad como compensación a los obstáculos objetivos que dificultan la dedicación de las mujeres a la política.

Lo ocurrido en Francia es revelador de las resistencias a la paridad, pero también de su necesidad. La ley de junio de 2000 obliga a todo partido a presentar listas paritarias por grupos de seis en el caso de las regionales, municipales y cantonales, y a alternar hombre/mujer en las senatoriales propocionales y europeas. En las legislativas, que se celebran con distritos uninominales con un solo candidato por partido, que éstos presenten mujeres en la mitad de las circunscripciones.

En la primera vuelta del pasado domingo, casi ningún partido cumplió esta regla. La Unión para la Mayoría Presidencial (UMP), de Chirac, presentó sólo un 20% de candidatas, y los socialistas, promotores de esa ley, un 38%. En general, las formaciones prefirieron presentar a sus barones locales, aun a costa de pagar las multas estipuladas. Sí cumplió, a rajatabla, el Frente Nacional de Le Pen.

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De todas formas, la ley ha llevado a que el número de concejalas en municipios de más de 3.500 habitantes, donde se aplica, haya pasado de un 25,7 % en 1995 al 47,5% en 2001; un progreso que se ha dejado también notar en las regionales y otros comicios, aunque no en el número de alcaldesas. Francia tuvo que reformar su Constitución para acomodar esa ley. Noruega obliga a que ninguna lista contenga menos del 40% de candidatos de un sexo, lo que Suecia aplica también en la práctica, sin necesidad de ley

Según el proyecto de Bono, que se discutirá la semana próxima, la Junta Electoral regional podrá impedir que concurran los partidos, coaliciones o agrupaciones electorales que no cumplan estrictamente la regla de la paridad. José Bono ha optado por la fórmula más extrema. Según la Constitución, 'corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad e igualdad del individuo (...) sean reales y efectivas'. Pero una fórmula tan rígida impediría, por ejemplo, una lista feminista compuesta sólo por mujeres.

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