Aznar califica de perversa la pastoral de los obispos vascos

El arzobispo castrense reclama un pronunciamiento más duro de la Conferencia Episcopal

El presidente del Gobierno, José María Aznar, consideró ayer 'especialmente desafortunada' la pastoral de los obispos vascos en la que vaticina consecuencias 'sombrías' si se ilegaliza a Batasuna. Aznar confesó que hacía un 'esfuerzo muy especial para mantener la prudencia' y no decir lo que le dictaba el corazón, antes de descalificar la pastoral al entender que sus apreciaciones suponían 'una perversión moral e intelectual grave'. El arzobispo castrense, José Manuel Estepa, reclamó ayer un pronunciamiento más duro de la Conferencia Episcopal contra la pastoral.

Aznar opinó sobre la pa...

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El presidente del Gobierno, José María Aznar, consideró ayer 'especialmente desafortunada' la pastoral de los obispos vascos en la que vaticina consecuencias 'sombrías' si se ilegaliza a Batasuna. Aznar confesó que hacía un 'esfuerzo muy especial para mantener la prudencia' y no decir lo que le dictaba el corazón, antes de descalificar la pastoral al entender que sus apreciaciones suponían 'una perversión moral e intelectual grave'. El arzobispo castrense, José Manuel Estepa, reclamó ayer un pronunciamiento más duro de la Conferencia Episcopal contra la pastoral.

El presidente del CGPJ no comprende 'cómo se puede estar con los que favorecen el terrorismo'
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Aznar opinó sobre la pastoral en Helsinki, primera escala en la gira europea que inició ayer. 'Creo que la pastoral ha sido especialmente desafortunada. Uno, como gobernante, debe tener siempre la prudencia adecuada, sobre todo otro sentimiento. En este caso particular, hace falta un esfuerzo muy especial para mantener la prudencia del gobernante en sus términos justos y no decir lo que a veces el corazón te puede llevar a decir'. Tras esta introducción cargada de precaucaciones, el presidente se lanzó a la invectiva contra el documento de los obispos vascos. 'Quiero resaltar que cuando se llega a afirmar por escrito que lo mejor que le puede pasar a las víctimas es que los criminales anden sueltos, yo creo que se está ante una perversión moral e intelectual grave. Estoy convencido de que nadie con el corazón tranquilo puede estar de acuerdo con esas ideas'.

Aznar se refería al párrafo de la pastoral donde los obispos vaticinan las consecuencias de una ilegalización de Batasuna: 'Probablemente la división y la confrontación cívica se agudizarían. No vemos cómo un clima social así pueda afectar favorablemente a la seguridad de los más débiles: los amenazados. Más bien nos tememos que tal seguridad se vuelva, lamentablemente, más precaria. No somos, ni mucho menos, los únicos que albergamos esta reserva cautelosa'. Aznar sostuvo que la jerarquía eclesiástica 'sabría actuar en consecuencia'.

El presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Francisco José Hernández, coincidió con Aznar hasta en las palabras: 'Si [la pastoral] no es una perversión, que no la quiero calificar por respeto a la jerarquía eclesiástica, desde luego la roza o la toca. Desde un punto de vista puramente cristiano, no se comprende como se puede estar al lado de los que favorecen el terrorismo y no al lado de las víctimas'.

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La pastoral, difundida el pasado jueves, también fue contestada por la Conferencia Episcopal al día siguiente en un comunicado donde afirmaba que el controvertido documento era de 'responsabilidad exclusiva' de los tres obispos vascos. Al arzobispo castrense, José Manuel Estepa, la réplica de la Conferencia Episcopal le pareció demasiado suave y pidió un pronunciamiento más duro.

Los tres prelados vascos titularon su carta pastoral Preparar la paz, y lo que han logrado, de momento, es meter el conflicto en el corazón de la Conferencia Episcopal Española. Estepa, ex auxiliar del cardenal Enrique Vicente y Tarancón en Madrid, es uno de los prelados más veteranos e influyentes. Ayer reclamó al cardenal Antonio María Rouco que convoque de urgencia a la Comisión Permanente para 'elaborar un comunicado más clarificador' que el emitido por el portavoz del máximo organismo de la Iglesia católica en España, Juan José Asenjo.

El arzobispo castrense, de 76 años, expresó a viva voz lo que durante este largo y doloroso fin de semana eclesial habían dicho en privado prelados como Agustín García Gasco, arzobispo de Valencia, y José Gea Escolano, de Mondoñedo-Ferrol: que la Iglesia católica española no puede despachar con un comunicado de compromiso lo que ellos consideran una nueva y gravísima metedura de pata de los jefes de la Iglesia vasca. 'Hay que dar una postura más clara que la de la nota. Debemos saber que existe una parta importante del País Vasco que sufre y que tiene miedo', declaró ayer Estepa.

Petición verbal

Era mediodía cuando el arzobispo castrense anunció que él y otros prelados habían 'presentado de palabra' una petición para que el cardenal Rouco, presidente de la Conferencia Episcopal, convoque 'una reunión extraordinaria' de la Comisión Permanente. A esa hora, sin embargo, en la sede de la Conferencia Episcopal nadie conocía esa petición, aunque daban por inevitable su trascendencia pública. La petición de Estepa supone una desautorización explícita del comunicado oficial de la Conferencia Episcopal sobre la pastoral de los prelados vascos, de la que el portavoz del cardenal presidente aseguró que se había enterado minutos antes de su difusión pública, a pesar de que el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, es miembro del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal, al que también pertenece, nada menos que como vicepresidente, el arzobispo de Navarra-Tudela, Fernando Sebastián.

'El presidente del episcopado no es el único que debe dar una opinión', sostuvo Estepa para justificar su petición. El cardenal Rouco, de oficio, tiene convocada esa comisión permanente para la semana del 17 al 21 de este mes (de lunes a viernes). Se da la circunstancia de que el arzobispo Estepa no forma parte del órgano de gobierno de la Conferencia Episcopal, cuyo plenario, integrado ahora por 21 prelados, reclama con urgencia.

José María Aznar ríe después de una broma del canciller alemán, Gerhard Schröder, ayer en Berlín.REUTERS

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