Reportaje:AIRE LIBRE

En bici por el canal de Castilla

Un recorrido de 207 kilómetros siguiendola antigua vía navegable

Doscientos siete kilómetros de canales navegables en mitad de la nada. Sobre el mapa, un trazo de agua que rasga de norte a sur las planicies castellanas dibujando una Y invertida entre las provincias de Valladolid y Palencia. El canal de Castilla fue el mayor proyecto de ingeniería civil de la España ilustrada; una quimera, hija del Siglo de las Luces, olvidada en el mar de trigo de la Tierra de Campos.

Su curso, entre hileras de chopos, sortea antiguos batanes y molinos harineros, puentes y acueductos de sillería, y 49 esclusas que salvan los casi 150 metros de desnivel entre Alar del...

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Doscientos siete kilómetros de canales navegables en mitad de la nada. Sobre el mapa, un trazo de agua que rasga de norte a sur las planicies castellanas dibujando una Y invertida entre las provincias de Valladolid y Palencia. El canal de Castilla fue el mayor proyecto de ingeniería civil de la España ilustrada; una quimera, hija del Siglo de las Luces, olvidada en el mar de trigo de la Tierra de Campos.

Su curso, entre hileras de chopos, sortea antiguos batanes y molinos harineros, puentes y acueductos de sillería, y 49 esclusas que salvan los casi 150 metros de desnivel entre Alar del Rey (Palencia) y Valladolid.

El canal de Castilla es un curioso muestrario de artefactos hidráulicos de la época de la revolución industrial, pero, además, un paseo por cualquiera de sus tres ramales -el norte, el de Campos y el sur - permite descubrir la Castilla más secreta, sorprendentes paisajes punteados de palomares y espléndidas iglesias románicas, como la de San Martín de Frómista, la de Santa Eulalia de Paredes de Nava o el monasterio cisterciense de Santa María de Palazuelos. Las obras de esta colosal empresa, con la que se pretendía facilitar la salida al mar de los cereales de la meseta, se iniciaron en 1753, pero problemas técnicos y económicos demoraron su construcción casi un siglo. Cuando, aunque parcialmente terminado (el proyecto original pretendía unir la ciudad de Segovia con la de Santander), al fin estuvo operativo, entró en escena el ferrocarril; con la construcción de la línea férrea entre Valladolid y Santander, el canal quedó relegado a usos agrícolas y, desde hace algunos años, también al disfrute de quien quiera pasearlo. Los caminos de sirga por los que las mulas tiraban de las barcazas hacen que hoy sea posible recorrerlo en su totalidad a pie, a caballo o en bicicleta. Aunque siempre en llano, la ruta discurre en algunos tramos por pistas defectuosas, por lo que se recomienda utilizar una bicicleta ligera de montaña. Los 87 kilómetros del ramal norte discurren entre arboledas y melancólicos vestigios de tiempos mejores: almenaras de riego, acueductos y algunas de las esclusas más espectaculares del trazado, como el cuádruple salto de la cascada de Frómista, por donde también pasa el Camino de Santiago. En El Serrón, cerca de Palencia, el canal se bifurca en dos ramales: el de Campos, que después de haber recorrido 66 kilómetros termina en Medina de Rioseco, y el sur, de 54 kilómetros, que concluye en Valladolid.

Dos ciclistas cruzan una de las esclusas del ramal sur.ISIDORO MERINO

GUÍA PRÁCTICA

Dormir

- Hostal Casa Marcos (979 13 30 37). Abilio Calderón, 8. Alar del Rey. La doble, 36 euros. - Hotel San Martín (979 81 00 00). Frómista. 35,37 euros. - Centro Rural San Telmo (979 81 10 28). Martín Veña, 8. Frómista. 35 euros. - Hostal Duque de Osuna (983 70 01 79). Castilviejo, 16. Medina de Rioseco. Entre 25 y 31.

Comer

- Hostería Los Palmeros (979 81 00 67). Plaza de San Telmo, 4. Frómista. Unos 30. - La Rúa (983 70 05 19). San Juan, 25. Medina de Rioseco. 21 euros.

Información

- Adeco (979 81 07 63). www.canaldecastilla.org.

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