Antonio López compara en el IVAM el cine con la catedral gótica

El pintor Antonio López, el teórico Román Gubern y el productor de Lola Films Andrés Vicente Gómez protagonizaron ayer un interesante debate en el primero de los coloquios sobre Cine y Pintura, organizados por el IVAM, a modo de continuación del ciclo de proyecciones Pintores retratados por la cámara. López realizó un efusivo elogio a la 'extraordinaria riqueza visual' que ofrece el cine, cuyo arte 'equivale a una catedral gótica', en el sentido de que 'abarca todo'. El pintor realista, cuyo proceso de creación fue retratado por Víctor Erice en la premiada ...

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El pintor Antonio López, el teórico Román Gubern y el productor de Lola Films Andrés Vicente Gómez protagonizaron ayer un interesante debate en el primero de los coloquios sobre Cine y Pintura, organizados por el IVAM, a modo de continuación del ciclo de proyecciones Pintores retratados por la cámara. López realizó un efusivo elogio a la 'extraordinaria riqueza visual' que ofrece el cine, cuyo arte 'equivale a una catedral gótica', en el sentido de que 'abarca todo'. El pintor realista, cuyo proceso de creación fue retratado por Víctor Erice en la premiada El sol del membrillo, recalcó también la importancia de que el cine sigue siendo un arte 'visto por todos'. En general, no es tan minoritario como la pintura y mucho menos que el arte contemporáneo actual. Además, expresó su opinión de que el cine de hoy no es tan deudor de la pintura, como quizá en el caso contrario.

El productor de películas como Goya en Burdeos intervino para manifestar con complicidad su sorpresa por ser él quien estaba dispuesto a defender el discurso 'contrario', el que subraya la gran influencia de la pintura sobre el cine y los cineastas. Recordó la formación pictórica de muchos de los profesionales que hacen posible las películas, como diseñadores de vestuario, los escenógrafos o los directores de fotografía, y enumeró los casos de Orson Wells -'para quien la pintura lo era todo'-, de Carlos Saura, que le confesó que en un tiempo iba todos los días a hacer 'jogging visual' al Museo del Prado para ejercitar el ojo, o del director de fotografía Néstor Almendros.

Almendros y Tàpies

'El cine bebe más de la pintura cuando trata de reconstruir las épocas que no son del director', replicó López, quien ensalzó las posibilidades expresivas y evocadoras de la fotografía. Después terció Gubern, quien retomó el ejemplo de Almendros para recordar la influencia sobre el exiliado cubano de artistas como Antoni Tàpies, a pesar de no ser precisamente figurativo. El estudioso del cine centró su intervención, no obstante, en el punto de inflexión que ha supuesto para el lenguaje cinematográfico la tecnología digital, que permite al cineasta gozar de una 'libertad' al 'liberarlo de la tiranía de lo real'. '¿Pero es eso lo que queremos?', replicó Gómez en forma de pregunta.

Previamente, Gubern había repasado de manera sucinta la historia de la relación entre el cine, considerado en un principio como la culminación del impresionismo, y la pintura, destacando sobre todo la importancia de la llegada del color. Para él, de las numerosas películas que bucean en esta relación, las mejores son El misterio Picasso, de Clouzot, y, precisamente, El sol del membrillo.

El siguiente coloquio sobre Cine y Pintura se celebrará el martes 11 de junio, con la participación de la escritora y crítica cinematográfica Beatriz Sartori; la profesora de Historia del Cine de la Universidad Politécnica de Valencia, Aurea Ortiz; el crítico de arte y cine, Juan Zapater, y el director de cine José Luis Borau.

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