CARTAS AL DIRECTOR

Lo mejor de dos mundos: bibliotecas híbridas

Por una vez se diría que vamos por delante de los Estados Unidos, y en un terreno tan vital como el de las bibliotecas universitarias. Según el artículo publicado el sábado 18 por el profesor Oviedo, de Pensilvania, en ese país los bibliotecarios están deshaciéndose de los libros para dar paso al almacenamiento de sus contenidos en soporte electrónico.

El recién publicado Anuario de las bibliotecas universitarias españolas 2001 indica que en España las cosas no son así.

Pese a que el número de estudiantes ha disminuido por vez primera en muchos años, en el 2001 se h...

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Por una vez se diría que vamos por delante de los Estados Unidos, y en un terreno tan vital como el de las bibliotecas universitarias. Según el artículo publicado el sábado 18 por el profesor Oviedo, de Pensilvania, en ese país los bibliotecarios están deshaciéndose de los libros para dar paso al almacenamiento de sus contenidos en soporte electrónico.

El recién publicado Anuario de las bibliotecas universitarias españolas 2001 indica que en España las cosas no son así.

Pese a que el número de estudiantes ha disminuido por vez primera en muchos años, en el 2001 se han construido 57.000 metros cuadrados de edificios de biblioteca, se han habilitado 120 kilómetros de nuevas estanterías y se han ingresado un millón y medio de libros nuevos.

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Pero además, y poniéndole también una vela al diablo, las bibliotecas universitarias han gastado 10 millones de euros en información electrónica. Desde cada universidad se accede a un promedio de 1.700 revistas científicas electrónicas.

Éste es el resultado del modelo por el que apostamos en Europa: el de las bibliotecas híbridas, con lo mejor de las publicaciones en papel y de los espacios adecuados para la lectura sosegada; pero sin renunciar a la consulta por profesores y estudiantes -incluso desde sus domicilios- de los últimos artículos publicados o de las ediciones más recientes de los manuales técnicos, todo ello a través de Internet.

El profesor Oviedo puede estar seguro de que, si desaparecen los libros de las universidades estadounidenses, aquí tendrá un hueco en nuestras bibliotecas que ni son sólo de papel ni tampoco de Babel. Simplemente híbridas; acordes con estos tiempos.

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