Entrevista:NAOMI KLEIN | Autora de 'No Logo' | LA CUMBRE UNIÓN EUROPEA-AMÉRICA LATINA

'Los antiglobalizadores no quieren el poder, sino reinventar la democracia'

Naomi Klein (Montreal, 1970) es la autora de una de las biblias para los activistas de la antiglobalización, No Logo (Paidós), un libro, del que ha vendido más de 700.000 ejemplares y que lleva ocho ediciones en España, y en el que arremete contra las marcas de las multinacionales. Eso la ha convertido en referente de un grupo heterodoxo que no reconoce líderes pero que la escucha. La escritora abarrotó ayer en Madrid la sede de la Sociedad General de Autores y Editores, que la invitó. El viernes intervendrá en la cumbre alternativa organizada ante el encuentro UE-América Latina....

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Naomi Klein (Montreal, 1970) es la autora de una de las biblias para los activistas de la antiglobalización, No Logo (Paidós), un libro, del que ha vendido más de 700.000 ejemplares y que lleva ocho ediciones en España, y en el que arremete contra las marcas de las multinacionales. Eso la ha convertido en referente de un grupo heterodoxo que no reconoce líderes pero que la escucha. La escritora abarrotó ayer en Madrid la sede de la Sociedad General de Autores y Editores, que la invitó. El viernes intervendrá en la cumbre alternativa organizada ante el encuentro UE-América Latina.

Klein tiene claro que es en Europa donde se puede desarrollar con más fuerza un movimiento que nació en EE UU, se hizo 'visible' en Seattle en 1999 y ha llegado a su máxima expresión en Barcelona, donde 300.000 personas salieron a la calle gritando 'otro mundo es posible'. 'Es extraño; en EE UU, tras el 11-S, hay un clima que lleva a mucha gente a plantearse si su sistema es el mejor. Muchos se preguntan por qué el mundo les odia tanto. Pero es impensable algo como lo de Barcelona. Porque la represión es brutal, la histeria de Bush le lleva a compararnos con Al Qaeda'.

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La periodista canadiense es muy crítica en algunos aspectos con el movimiento, pero se muestra esperanzada al resumir sus éxitos: 'Hemos logrado dejar en evidencia la terrible crisis de legitimidad de los organismos internacionales como el G-8. Se han visto obligados a reunirse en lugares exóticos. Y, lo que es más novedoso, han tenido que poner en su agenda asuntos enterrados durante decenios, como la condonación de la deuda externa'. Ante la crítica sobre la falta de propuestas, Klein admite: 'No hay un decálogo para negociar, pero estos movimientos no pretenden tener representatividad para sentarse a pactar con nadie. El proceso de reconstruir y reinventar la democracia es una propuesta en sí misma'.

Y ahí está el nudo y la verdadera 'novedad' de esta marea. 'Los movimientos tradicionales querían tomar el poder y acababan incorporándose al sistema para coger su parte del pastel, como los sindicatos. Nosotros no. Creamos redes paralelas. En Argentina, cada jueves, se reúne una asamblea de vecinos en las escaleras del Congreso. Pero no quieren entrar ni negociar con los políticos. Se constituyen como poder alternativo. Las asambleas están rellenando los huecos que el Gobierno ha dejado. Encuentran trabajo a la gente, organizan mercados de trueque...'. Klein acaba de estar un mes en ese país, que considera un paradigma, 'porque allí se da la primera revuelta contra un modelo económico, impuesto por el FMI, y no contra un régimen'.

Respecto a los partidos tradicionales, Klein también cree que la izquierda debería mirar más lo que está pasando en el mundo antiglobalizador. 'La socialdemocracia italiana o francesa pierden el poder porque buscan el centro y discuten las propuestas de la derecha, olvidando los programas de izquierdas. Además, esto no va sólo de los problemas del tercer mundo. Las recetas que el FMI obliga a aplicar en áfrica o América Latina se están introduciendo también en los países ricos como políticas necesarias para ser más competitivos. Y la izquierda política no jace nada por impedirlo'.

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Mientras en Europa y EE UU la derecha se impone, hay países pobres, especialmente los de América Latina -Venezuela o Brasil-, en los que resurge la izquierda. Eso sólo se explica, según la escritora, por la actitud de los partidos de izquierda del llamado primer mundo: 'Tienen que darse cuenta de lo que está pidiendo la gente. Están ciegos'.

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