El asalto de refugiados norcoreanos desata una crisis entre China y Japón

Las siempre difíciles relaciones entre China y Japón atraviesan una crisis diplomática motivada por los cinco norcoreanos que la semana pasada buscaron refugio en el consulado japonés en Shenyang (noreste de China) y fueron sacados a la fuerza por la policía paramilitar que custodiaba el edificio.

La ministra de Exteriores japonesa, Yoriko Kawaguchi, desmintió ayer la versión china de que un funcionario japonés autorizara la entrada en el recinto consular de la policía y exigió la entrega inmediata de los norcoreanos.

Tanto China como Japón se encuentran en dificultades por el in...

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Las siempre difíciles relaciones entre China y Japón atraviesan una crisis diplomática motivada por los cinco norcoreanos que la semana pasada buscaron refugio en el consulado japonés en Shenyang (noreste de China) y fueron sacados a la fuerza por la policía paramilitar que custodiaba el edificio.

La ministra de Exteriores japonesa, Yoriko Kawaguchi, desmintió ayer la versión china de que un funcionario japonés autorizara la entrada en el recinto consular de la policía y exigió la entrega inmediata de los norcoreanos.

Tanto China como Japón se encuentran en dificultades por el incidente. China, porque se enfrenta a un problema creciente de inmigrantes norcoreanos que pretenden utilizarla de trampolín para huir de la ruina económica y política del régimen de Kim Jong Il. A las negociaciaciones con Japón para solucionar la crisis, China tiene que añadir las que lleva con EE UU, en cuyo consulado en Shenyang se colaron la semana pasada tres norcoreanos, y con Canadá, donde el sábado una pareja logró entrar en su Embajada en Pekín. Estos dos países han expresado su disponibilidad de concederles asilo o, como hizo España en marzo cuando le entraron 25 norcoreanos en su sede diplomática en Pekín, facilitarle el camino a Corea del Sur.

Japón también soporta una fuerte presión, porque el asalto de su consulado fue filmado y retransmitido por las cadenas de televisión, y millones de japones pudieron ver y escuchar los llantos del bebé cuya madre forcejeaba con la policía china. La protesta de la opinión pública y de las organizaciones defensoras de derechos humanos obligaron al Gobierno japonés a exigir a China la entrega de los cinco demandantes de asilo.

China, que soporta la entrada ilegal de cientos de miles de norcoreanos que huyen del hambre en su país, considera a éstos 'inmigrantes económicos' sujetos a repatriación. Además, Pekín único amigo del régimen más aislado del mundo, no quiere que un aumento incontrolado de las demandas de asilo político deterioren sus relaciones con Pyongyang.

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