Columna

Un imaginario literario

El excitante literario de Barcelona procede de la relación espacio tiempo. Esta ciudad ha cosificado lo mejor de su pasado y ha creado un espacio barcelonés imaginario lleno de barricadas, putas de absenta, Gaudís, sufrimientos éticos, ricos ligeros, pobres sólidos, ocupantes, ocupados, humillados, ofendidos. Es un decorado lleno de maravillas pequeñas y cercanas, a 20 minutos las putas de absenta de la calle Robadors de los señores de Els Jardinets del paseo de Gràcia, todo vivido en unos 150 años de historia donde hubo de todo y pasó de todo durante los días laborables, y los domingos nos íb...

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El excitante literario de Barcelona procede de la relación espacio tiempo. Esta ciudad ha cosificado lo mejor de su pasado y ha creado un espacio barcelonés imaginario lleno de barricadas, putas de absenta, Gaudís, sufrimientos éticos, ricos ligeros, pobres sólidos, ocupantes, ocupados, humillados, ofendidos. Es un decorado lleno de maravillas pequeñas y cercanas, a 20 minutos las putas de absenta de la calle Robadors de los señores de Els Jardinets del paseo de Gràcia, todo vivido en unos 150 años de historia donde hubo de todo y pasó de todo durante los días laborables, y los domingos nos íbamos a las Ramblas a posar para Georges Sand o Theophile Gautier en el largo siglo XIX o para las televisiones ávidas de olimpiedades, en el, según Hobsbawn, brevísimo siglo XX. Todavía queda algo de aquella ciudad que fue literaria y hoy es sólo posmoderna.

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