El consejero y el metro

¡Qué oportuno señor Amann! El destino le ha querido jugar una mala pasada y le ha dejado al descubierto. Un día después de sus históricas declaraciones -'sólo la Margen Derecha tiene buen acceso en tren a Bilbao'-, va el metro y nos deja tirados en la estación de San Mamés, después de tenernos atrapados prácticamente una hora en el interior de un vagón atestado de gente (9 de la mañana) sin mediar una sola explicación sobre lo que está pasando. La espléndida megafonía del metro se queda muda durante tres cuartos de hora y nadie sabe nada. De vez en cuando, un empleado pasa junto a nosotros, se...

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¡Qué oportuno señor Amann! El destino le ha querido jugar una mala pasada y le ha dejado al descubierto. Un día después de sus históricas declaraciones -'sólo la Margen Derecha tiene buen acceso en tren a Bilbao'-, va el metro y nos deja tirados en la estación de San Mamés, después de tenernos atrapados prácticamente una hora en el interior de un vagón atestado de gente (9 de la mañana) sin mediar una sola explicación sobre lo que está pasando. La espléndida megafonía del metro se queda muda durante tres cuartos de hora y nadie sabe nada. De vez en cuando, un empleado pasa junto a nosotros, se para frente a una especie de armario, hace que hace algo con una llave, lo deja segundos después y se va. Eso es todo.

Paradojas de la vida. Los que vamos hacia Abando o el Casco Viejo tenemos la solución delante de las narices. La estación de San Mamés tiene conexión directa con el tren de cercanías de Renfe que viene de la Margen Izquierda hasta Bilbao Abando; precisamente, ese que usted quería quitar y cambiar por un tranvía. Sin salir a la calle siquiera, sacamos otro billete en Renfe -el metro nos ha cobrado a todos el viaje hacia ninguna parte-y en un par de minutos estamos en Abando. No hay más comentarios.

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