COYUNTURA INTERNACIONAL

¿Problemas de diseño o de talla?

A lo largo del primer semestre de 2002 la inflación en la Unión Económica y Monetaria (UEM) se situará probablemente por debajo del objetivo del 2%, a pesar del repunte de cuatro décimas experimentado en enero (2,5% preliminar de Eurostat) por la subida de los impuestos indirectos, de los alimentos frescos y, en menor medida, por el efecto redondeo de la adaptación de los precios al euro. Pero lo preocupante es que las expectativas para la segunda parte del año y para 2003 no son alentadoras y la inflación repuntará muy posiblemente por encima del 2%. Esto no será más que la consecuencia de un...

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A lo largo del primer semestre de 2002 la inflación en la Unión Económica y Monetaria (UEM) se situará probablemente por debajo del objetivo del 2%, a pesar del repunte de cuatro décimas experimentado en enero (2,5% preliminar de Eurostat) por la subida de los impuestos indirectos, de los alimentos frescos y, en menor medida, por el efecto redondeo de la adaptación de los precios al euro. Pero lo preocupante es que las expectativas para la segunda parte del año y para 2003 no son alentadoras y la inflación repuntará muy posiblemente por encima del 2%. Esto no será más que la consecuencia de una inflación subyacente (sin alimentos frescos ni energía) que se encuentra en el 2,5% y que aunque cederá algo en el medio plazo presenta una fuerte resistencia a descender por debajo del límite fijado por el Banco Central Europeo (BCE).

Dados los escasos avances en el crecimiento de la productividad aparente en la UEM, la estabilidad de precios se hace imprescindible
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Si se observa la evolución en los últimos tres años de existencia del BCE, la inflación ha estado por encima del techo del 2% prácticamente los últimos 22 meses. Si el criterio se aplica a la inflación subyacente, tan sólo los últimos nueve meses han rebasado el tope, aunque si se tiene en cuenta las expectativas, es muy posible que siga así al menos los próximos 12 meses. Por tanto, los resultados del BCE no son muy alentadores desde la óptica estricta de su mandato de estabilidad nominal del 2%. Por ello, entre los analistas ha vuelto a surgir la discusión sobre si el umbral fijado por el BCE no será demasiado rígido. En este sentido, la existencia de alta tasas de inflación en algunos países miembros obliga a las mayores economías (Alemania y Francia) a tener crecimientos de sus precios del orden del 1%, situación que en determinados momentos puede inducir tipos de interés reales altos y riesgo de caer en deflación. Pero ésta no es la situación actual. De un lado, las condiciones monetarias y financieras son laxas, más si se tiene en cuenta la depreciación del tipo de cambio del euro con el dólar. Y de otro lado, aparece el deterioro de las cuentas públicas. Por cierto, que también los analistas debaten últimamente sobre lo restrictivo que pueden ser los criterios fijados en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC).

Además, dados los escasos avances en el crecimiento de la productividad aparente en la UEM, la estabilidad de precios se hace imprescindible para, al menos, mantener la posición competitiva frente a EE UU, mientras llegan las tan necesitadas reformas estructurales en Europa.

José Félix Izquierdo es economista del Servicio de Estudios del BBVA.

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