Reportaje:

El drama de 'Carmen' une a Vega y Sbaraglia

La actriz española y el actor argentino, premios revelación de los Goya, protagonizarán la nueva película del director Vicente Aranda.

Cuando Paz Vega y Leonardo Sbaraglia ganaron en la pasada edición de los Goya los dos premios a los actores revelación no sabían que estaban unidos por una buena lista de casualidades. Ambos tuvieron que superar sus respectivos acentos -el sevillano de Triana, en el caso de ella, y el argentino bonaerense él- para expresarse en recio castellano en las dos películas con las que han triunfado: Lucía y el sexo e Intacto. Ambos recurrieron al p...

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La actriz española y el actor argentino, premios revelación de los Goya, protagonizarán la nueva película del director Vicente Aranda.

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Cuando Paz Vega y Leonardo Sbaraglia ganaron en la pasada edición de los Goya los dos premios a los actores revelación no sabían que estaban unidos por una buena lista de casualidades. Ambos tuvieron que superar sus respectivos acentos -el sevillano de Triana, en el caso de ella, y el argentino bonaerense él- para expresarse en recio castellano en las dos películas con las que han triunfado: Lucía y el sexo e Intacto. Ambos recurrieron al profesor Vicente Fuentes para arrancarse seseos y música de sus voces. Los dos se han formado en el teatro y en la televisión. Si se les pregunta por su tierra, sienten morriña en su exilio de Madrid, donde se creen inmigrantes. Y, por último, formarán pareja en la nueva película de Vicente Aranda: Carmen, adaptación para la pantalla de la obra de Mérimée.

Se conocen bien, se respetan y se escuchan con atención. Paz Vega, con 25 años, ha vivido su año triunfal: ha recibido dos candidaturas a los Goya, por Lucía y el sexo y por Sólo mía, y ha rodado con Pedro Almodóvar Hable con ella. Sbaraglia, de 31 años, desembarcó en España tras su exhibición en Plata quemada. Llegó, vio y triunfó. Por su trabajo en Intacto, la película de Juan Carlos Fresnadillo, en la que daba vida a un tipo con muy buena suerte, le han dado un goya. Le quedan por estrenar dos más: En la ciudad sin límites, que se proyecta estos días en el Festival de Berlín y se podrá ver en salas el 1 de marzo, y Deseo, de Gerardo Vera.

Teatro y televisión

Coinciden en que sus formaciones han sido esenciales y son parte de su secreto. El teatro les dio madera; la televisión, rapidez, instinto, resolución. 'El cine es muy técnico, no hay espacio para los vicios adquiridos en otros medios', dice Paz Vega. 'La tele y el teatro son una gran escuela. De la primera te queda la capacidad de agarrar las cosas al vuelo y resolver, pero en cualquier parte lo que debes hacer es saber dosificar las energías para lograr la mejor interpretación, porque tanto uno como otro medio agotan', explica la actriz.

Hace frío en la plaza de las Descalzas madrileña, donde se rodó parte de Lucía y el sexo, y Sbaraglia le presta a Vega una bufanda de lana gorda para cubrir el cuello y el escote. El argentino dice que ha aprendido más en el teatro: 'Es donde se dan las mayores condiciones para crecer como intérprete. Incluso la evolución de las obras, la repetición de un mismo papel es una gran gimnasia para el trabajo'. Pero este actor de raza, conciencia y método, agotador, buscador insaciable, según relatan quienes han trabajado con él, dice haber aprendido constantemente en los rodajes. Sobre todo en los de Argentina, donde la falta de medios obliga a los actores a hacer de todo. 'Hice cine por primera vez en el año 1986', cuenta Sbaraglia. Su debut fue La noche de los lápices, de Héctor Olivera. Pero ha sido el actor fetiche de Marcelo Piñeyro, con quien ha rodado Tango feroz, Caballos salvajes, Cenizas del paraíso y Plata quemada. 'Allí se trabaja de manera distinta. Todo es más precario, hay menos dinero y se puede aprender mucho si participas y estás con los ojos abiertos', relata.

Esas ganas de involucrarse también las tiene Paz Vega. 'Lo nuestro es tener mucha suerte. La cámara me fascina, la colocación de las luces, todo eso. Pregunto, me meto en todo. No soy de esas que se encierran en el camerino, debe ser muy aburrido', afirma con ese desparpajo de sevillana con arte.

Cuando se les escucha hablar se les aportan más méritos porque uno se explica lo difícil que debe de haber sido deshacerse de acentos tan cerrados. Sbaraglia le resta importancia. 'Los acentos son parte de la composición del personaje, como la gestualidad, el aspecto físico. Cada trabajo supone volver a empezar de cero. Para mí, todos los personajes hablan diferente, y los grandes actores así lo hacen también, mira Meryl Streep'. Paz Vega no le sigue en este punto: 'Yo reivindico la variedad de sonidos de nuestra lengua. No me gusta que todo sea uniforme'.

El hecho de que en los seis apartados de interpretación de los Goya este año cuatro premios hayan ido a parar a jóvenes les llama la atención. Ellos dos y Eduard Fernández y Pilar López de Ayala se llevaron los premios gordos. El reconocimiento también tiene que ver con el interés de las historias para jóvenes con las que se cocina el cine español: 'Las historias de veinteañeros atraen mucho público, llaman la atención, tratan temas muy cercanos a las personas que están entre los 25 y los 35 años', aseguran.

Ahora, los dos van a ponerse a prueba a las órdenes de Vicente Aranda. Serán protagonistas de Carmen, la historia de la cerillera gitana inmortalizada tantas veces en la ópera, en el cine, en los tópicos. Vega está deseándolo. Para ella, hija de un banderillero y hermana de bailaora, es un personaje símbolo: 'Yo soy de Triana y mi casa está a pocos metros de la fábrica de tabaco donde se supone que Carmen trabajaba. Me encanta la idea, sobre todo meterme en un proyecto con Vicente Aranda'. Esto último es algo que también entusiasma a Sbaraglia, quien dará vida a Don José, su amante. 'Estoy ansioso por hacerlo; además, nunca he rodado películas de época. Para mí, Don José es un personaje soñado y me voy a romper el alma por él'.

Será otra película de temperatura caliente. Los dos también están acostumbrados. Tanto Lucía y el sexo, de Julio Medem, como Deseo, el drama ambientado en la Alemania nazi que Sbaraglia ha rodado con Leonor Watling, les han exigido rozar límites. Por eso, quizá, Paz Vega resta importancia al interés que despertaron las aperturas y el escote de su vestido en los Goya: '¡Qué más me da, si ya está todo visto!', responde.

Leonardo Sbaraglia y Paz Vega, en Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ

Fascinados por Fernán-Gómez

Hay más casualidades en la vida de Paz Vega y Leonardo Sbaraglia. Su admiración mutua por un actor maestro: Fernando Fernán-Gómez. Y no es sólo de verle en películas donde ha dejado su huella mítica y su voz de emperador del arte. Es de eso y de haber trabajado con él. Sbaraglia lo ha hecho como su hijo en la ficción dentro de En la ciudad sin límites, de Antonio Hernández. En la película donde también participan Geraldine Chaplin, Ana Fernández y Adriana Ozores, Sbaraglia y Fernán-Gómez se sueltan sus buenas parrafadas. 'Es una historia fascinante en la que un hijo se reencuentra con su padre y le ayuda a cumplir un gran sueño', cuenta el actor. 'No te puedes creer las cosas que hace Fernán-Gómez', le dice Sbaraglia emocionado a Paz Vega sobre un filme en el que se ha trabajado duramente con el método de interpretación: 'Aquí se nada a la altura del delirio, es una película muy conmovedora, donde la muerte ronda', relata el actor. Pero si se trata de dar envidia -sana, por supuesto- en el apartado Fernán-Gómez, la actriz sevillana se saca un as de la manga. 'Pues yo voy a rodar con él una comedia que, además, va a dirigir', cuenta. 'Con él, con José Luis López Vázquez y con Carmen Maura', adelanta.

Se titulará El palacio de las fieras y el argumento recuerda los aires de Berlanga y sus tres episodios nacionales. 'Fernán-Gómez es un marqués que no sale de su habitación y alquila su palacio, donde vive, para que se hagan películas y safaris en él', relata la actriz. 'Yo interpreto a la chica que le acercará un poco más al mundo', dice la actriz, a quien Sbaraglia le ha contagiado una especie de ansiedad dulce para trabajar con el maestro. Los hay con suerte.

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