CONSULTORIO

Morosidad y cobertura

En el contexto de desaceleración económica que viven las principales economías, y en menor medida la española, cobra especial interés la atención a la morosidad en la gestión de las entidades financieras. Por ello no puede por menos que mirarse con un cierto escepticismo las últimas tasas de morosidad conocidas, correspondientes al mes de noviembre, y que muestran un práctico estancamiento en los bancos, o incluso nueva disminución en cajas, alcanzando en unos y otros una reducida tasa de 0,92 %. Tampoco debería invitar a la autocomplacencia la constatación de una tasa de cobertura de esa moro...

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En el contexto de desaceleración económica que viven las principales economías, y en menor medida la española, cobra especial interés la atención a la morosidad en la gestión de las entidades financieras. Por ello no puede por menos que mirarse con un cierto escepticismo las últimas tasas de morosidad conocidas, correspondientes al mes de noviembre, y que muestran un práctico estancamiento en los bancos, o incluso nueva disminución en cajas, alcanzando en unos y otros una reducida tasa de 0,92 %. Tampoco debería invitar a la autocomplacencia la constatación de una tasa de cobertura de esa morosidad en torno al 230% en ambos grupos de entidades; aunque aparentemente elevada, su capacidad de actuar como colchón ante posibles repuntes de la morosidad debe ser puesta en entredicho.

Se impone estrechar la vigilancia sobre la calidad crediticia, como elemento clave de la gestión bancaria en 2002

Ambas medidas, la tasa de morosidad y la cobertura de la misma, se hallan distorsionadas por el fuerte ritmo de crecimiento del crédito reciente -pese a la desaceleración, sigue en tasas superiores al 15% en cajas y al 8% en bancos- en la medida en que presiona a la baja la tasa de morosidad -incrementa su denominador, pero no su numerador-, y al alza la segunda -con la morosidad estable, incrementa las dotaciones, especialmente tras la entrada en vigor de la provisión estadística-. Por ello, mucho más relevante que esa anormalmente elevada cobertura de la morosidad, es el ratio de provisiones sobre inversión crediticia viva. Ese ratio se encuentra actualmente en torno a 2,1%, cifra no especialmente elevada como para afrontar con relajación un más que probable deterioro de la capacidad de pago de los deudores en un posible entorno de deterioro adicional de la actividad económica. Por ello se impone estrechar la vigilancia sobre la calidad crediticia, como elemento clave de la gestión bancaria en el recién comenzado año.

Ángel Berges y Marianela Moreno son, respectivamente, socio y consultora de Banca en Analistas Financieros Internacionales.

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