40 enfermos de cáncer dejarán de recibir ayuda a domicilio

La Asociación Española Contra el Cáncer alega falta de fondos

A partir del 1 de enero de 2002, una cuarentena de enfermos oncológicos, muchos de ellos en situación terminal, dejarán de recibir la ayuda a domicilio que les ofrecían siete trabajadoras familiares. La razón esgrimida por la Asociación Española Contra el Cáncer es que debe suprimir este servicio porque carece de fondos suficientes, aunque asegura que la suspensión 'es temporal', según su presidenta, María José Suárez.

'Aún no nos lo podemos creer, no podemos imaginar qué ocurrirá cuando llegue el 1 de enero', afirma Montse Sánchez. Montse tiene 45 años, y desde hace ocho sufre osteogén...

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A partir del 1 de enero de 2002, una cuarentena de enfermos oncológicos, muchos de ellos en situación terminal, dejarán de recibir la ayuda a domicilio que les ofrecían siete trabajadoras familiares. La razón esgrimida por la Asociación Española Contra el Cáncer es que debe suprimir este servicio porque carece de fondos suficientes, aunque asegura que la suspensión 'es temporal', según su presidenta, María José Suárez.

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'Aún no nos lo podemos creer, no podemos imaginar qué ocurrirá cuando llegue el 1 de enero', afirma Montse Sánchez. Montse tiene 45 años, y desde hace ocho sufre osteogénesis imperfecta. Afecta a los huesos, 'los deja como de cristal'. Además sufre deficiencia visual. Su marido es tetrapléjico a causa de un accidente y está en tratamiento por un tumor en la próstata. En su casa de Barcelona, como en otras 40 de la ciudad, recibía a diario ayuda de una trabajadora familiar que, además de proporcionarle un rato de compañía, la ayudaba en su higiene personal, el control de medicamentos, las compras, la comida y la limpieza de la casa. Aparte del 'apoyo moral que para nosotros es tan necesario en momentos tan difíciles de la vida', según se lee en la carta que estos enfermos han remitido a la asociación, a diversas instituciones y a los medios de comunicación. Con la entrada del nuevo año, nadie más acudirá a sus domicilios.

'Hay enfermos que no saben con quién hablar de su propia muerte', explica Pilar Gavilán, quien, como trabajadora de asistencia familiar durante 20 años, ha atendido a cerca de 200 enfermos. 'Muchas de estas personas están completamente solas, no se pueden valer por sí mismas y no tienen recursos para pagar un cuidador privado ni para nada', afirma Pilar. 'Yo lo llevo muy mal. De la noche a la mañana hemos tenido que comunicarles a los enfermos que ya no podremos acudir a cuidarlos, y sin nuestra asistencia y sin alternativa por parte de la asociación eso es durísimo', asegura. 'No queremos culpar a toda la asociación, ni muchísimo menos, pero nos duele la frialdad con que se ha tomado la decisión, porque muchos creemos que si la gestión fuera más adecuada y esta situación se hubiera previsto, el servicio podría continuar', agrega.

Presupuesto escaso

La Asociación Española Contra el Cáncer de Barcelona alega falta de fondos para dar continuidad a un servicio que funciona desde hace 20 años. 'El presupuesto no nos llega para todo y hemos tenido que suprimir este tipo de atención', asegura María José Suárez, vizcondesa de Bosch-Labrús, quien insiste que la suspensión 'es temporal' y se reinstaurará en cuanto reciban nuevos fondos. La Asociación tiene un presupuesto anual de 200 millones de pesetas, y el servicio de las trabajadoras cuesta 2,5 millones al mes, 'pero es que tenemos que pagar la nómina a 30 personas cada mes y hay más servicios', remacha Suárez. La asociación ha solicitado ayuda económica al Ayuntamiento de Barcelona, La Caixa y la Asociación Catalana de Voluntariado, pero hasta ahora les ha sido denegada.

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La cooperativa de trabajadoras familiares, a la que la Asociación Española Contra el Cáncer adeuda varios meses de pago según varias trabajadoras, ofreció como alternativa seguir ofreciendo el servicio durante un año pagando sólo los sueldos de las asistentas, que es de 850 pesetas la hora, pero la asociación rechazó la oferta.

Pilar Gispert tampoco puede conciliar el sueño últimamente. No es que tema por su propio trabajo, porque sabe que la van a recolocar en otro servicio, pero dice que no puede dejar de pensar en los enfermos. 'El tiempo no significa lo mismo para nosotros que para ellos, para quienes lo importante es el día a día y estar acompañados en la última fase de la vida, cuando vuelven a casa porque es allí donde quieren fallecer'. Gispert, como Gavilan, ya se ha acostumbrado a convivir con personas en una situación límite. 'Al margen de la ayuda material, somos un poco el canal de conexión entre el enfermo y su propia familia, que en muchas ocasiones no sabe qué hacer'.

'La verdad es que hacen un trabajazo de mucho cuidado', señala el doctor Gómez Batista, del hospital de Bellvitge. Oncólogo pionero en tratamientos paliativos, Gómez subraya que el servicio de ayuda a domicilio 'es muy importante porque da respuestas a necesidades que la sociedad no cubre a nivel material, pues si los enfermos necesitan una silla de ruedas, la consiguen rápidamente, mientras que la administración tarda meses en responder. Para entonces muchas veces el enfermo ya ha fallecido'.

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