La pedagogía se abre camino fuera de las aulas

Los licenciados quieren hacer valer su perfil profesional también en ámbitos no académicos

Tradicionalmente se ha relacionado la pedagogía con la educación en los colegios. Pero la formación es un concepto que se ha ampliado en los últimos años más allá de las coordenadas de espacio y tiempo establecidas. En la actualidad, la edad para aprender es todas, y el sitio puede ser una empresa, improvisadas aulas en los pueblos, hoteles, hospitales o un ordenador conectado al mundo desde cualquier casa. Los pedagogos han descubierto en esos lugares nuevos yacimientos de empleo. 'Hay que pasar de una sociedad con sistema educativo a una sociedad pedagógica, todo lo educativo debe formar una...

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Tradicionalmente se ha relacionado la pedagogía con la educación en los colegios. Pero la formación es un concepto que se ha ampliado en los últimos años más allá de las coordenadas de espacio y tiempo establecidas. En la actualidad, la edad para aprender es todas, y el sitio puede ser una empresa, improvisadas aulas en los pueblos, hoteles, hospitales o un ordenador conectado al mundo desde cualquier casa. Los pedagogos han descubierto en esos lugares nuevos yacimientos de empleo. 'Hay que pasar de una sociedad con sistema educativo a una sociedad pedagógica, todo lo educativo debe formar una red, empezando por la propia familia', explica el decano de la Facultad de Pedagogía y Ciencias de la Educación Blanquerna, de la Universidad Ramón Llull, Jordi Riera.

'La pedagogía es necesaria para fomentar la participación social, comunitaria, para dar valor al diálogo, elevar la conciencia democrática y aceptar la disidencia con tolerancia', explica Antonio Jiménez Ortiz, presidente de la gestora de la Iniciativa del Colegio de Pedagogos, en Madrid. Y más allá de ese ideario, los pedagogos citan una cantera de nuevos empleos donde consideran que su perfil profesional es el más adecuado. Por ejemplo, en los medios de comunicación, para el diseño de programas educativos y asesoramiento de contenidos; en las editoriales, como asesores y coordinadores de libros de texto o colecciones de lecturas. En los departamentos de personal de las empresas, para la selección y los procesos de formación de las plantillas. También en las aulas hospitalarias, trabajando con niños que pasan ingresados etapas largas; en los centros penitenciarios.

Turismo y ocio

El ocio y el turismo efrecen otras salidas laborales para los pedagogos. 'No es lo mismo visitar una exposición y salir enriquecido que acabar con los pies cansados', explica José Antonio Ibáñez-Martín, catedrático de Filosofía de la Educación de la Universidad Complutense. La diferencia entre una y otra cosa dependerá de una exposición bien explicada y estructurada.

Tanto el diseño de los programas formativos de los museos como el de cualquier proyecto sociocultural es cosa de pedagogos, dice Joan Josep Sarrado, que considera que el ocio 'nunca ha estado tan relacionado como ahora con los procesos de aprendizaje'. 'La función pedagógica es imprescindible si se quieren emprender procesos de cambio social', zanja. En definitiva, 'cualquier proceso que implique aprendizaje de competencias o habilidades' es territorio de pedagogos, defiende Sarrado.

También la educación de adultos, la formación mediambiental, el diagnóstico de situaciones sociales conflictivas y el diseño de planes de actuación en zonas, o hacia colectivos, con necesidades educativas; las formación relacionada con las nuevas tecnologías y la educación no presencial son otros campos laborales donde los pedagogos reivindican un pedazo del pastel laboral.

En España hay 23 centros donde puede estudiarse Pedagogía (en cuatro o cinco cursos), pero la demanda entre los estudiantes no es muy alta, como deja ver la nota necesaria para acceder a la carrera, que en muchos casos ronda el 5,00 y en pocos supera el 6,00. Cada año se matriculan unos 4.500 alumnos. 'Haremos campañas para promocionar estos estudios y de sensibilización social para convencer de la necesidad de estos profesionales y de las salidas profesionales que puede tener', explica Joan Josep Sarrado, coordinador de los estudios en la Facultad de Pedagogía de la Ramón Llull. Sarrado dice que el mundo de la política se mueve todavía en la inopia en lo que a pedagogía se refiere. 'Los políticos hablan de pedagogía, pero a la hora de la verdad no gestionan con acuerdo a a esos principios'.

Los pedagogos han puesto en práctica un sistema tan antiguo como el refrán: la unión hace la fuerza; es decir, colegio profesional propio. En Cataluña ya han conseguido que el Parlamento lo apruebe, por unanimidad, y ahora la asociación pasa sus últimos trámites constituyentes hasta concluir en junio de 2002 con la aprobación de los estatutos y la elección de la junta de gobierno. Un proceso similar iniciaron en las islas Baleares en 1995 y ya ven el final, pero aún les queda: el 7 de septiembre pasado, el Parlamento balear aprobó el proyecto de ley de creación del colegio (en este caso, compartido con los psicopedagogos). Y en Madrid avanzan con los trámites para la formación del colegio profesional a nivel nacional. 'Queremos también rediseñar desde un punto de vista pedagógico las funciones de los colegios profesionales a partir del nuestro, recién creado, y en eso estamos muy entusiasmados. Vaticino uno o dos años de mucha revisión. Creo que los colegios deben trabajar interrelacionados', explica Jordi Riera desde Cataluña.

Las salidas laborales también sorprenden a los estudiantes (unos 22.000 en toda España). 'Se sorprenden cuando hacen prácticas en lugares que no son colegios', explica el decano Jordi Riera. Pero lamenta que el índice de empleo para estos licenciados no se corresponda siempre con las expectativas. 'El desarrollo profesional de la pedagogía está en auge, pero el impacto social va por detrás'.

Los que enseñan a enseñar

Si aprender a aprender se ha convertido en el mensaje clave para los que se están formando, enseñar a enseñar es la tarea que han de desempeñar los pedagogos para completar con éxito el proceso educativo, sea cual sea la edad en la que éste se desarrolle. Eso es lo que hace María José Castro, que además es la vicepresidenta de la Asociación Profesional de Pedagogos y Psicopedagogos de las Islas Baleares. Tiene 26 años, acabó la carrera hace tres, y ha conseguido uno de esos empleos fuera de las aulas escolares que reivindican los pedagogos como propios de sus perfiles profesionales: trabaja en un taller de restauración de muebles y reciclaje de electrodomésticos, donde aprenden el oficio 19 mujeres y un hombre. Estos talleres ocupacionales persiguen lanzar al mercado laboral a personas de escaso currículo académico mediante el aprendizaje de un oficio. Los encargados de transmitir esas destrezas son profesionales del sector: conocen su trabajo, pero no tienen técnicas didácticas para enseñarlo. La misión de María José Castro es proporcionar las claves pedagógicas que lleven a buen fin ese proceso de aprendizaje. 'Programo la clases, los horarios, les acompaño en sus tareas. Además, hay que detectar las necesidades del mercado laboral, canalizarlas, representar intereses comunes', explica. Castro está cargada de ilusión. 'Unos empleos se acaban y empiezan otros, y hay que reciclarse'. En ese proceso ven los pedagogos su filón profesional. Y además creen que la fuerza para defenderlo saldrá de los colegios profesionales. 'Hay un compromiso del Gobierno balear para crear el colegio en esta legislatura', explica Josep Quetglas, presidente de la asociación de pedagogos y compañero de María José Castro.

Formación de profesores y de equipos directivos en los colegios

La carrera de Pedagogía se remonta en España a la época de la República y su relación con la educación formal, la que se imparte en los centros educativos, es tradicional desde entonces. 'En las décadas de los sesenta y setenta era habitual que los directores de colegios y los inspectores fueran pedagogos', explica el catedrático de Filosofía de la Educación de la Universidad Complutense José Antonio Ibáñez-Martín. Los pedagogos reivindican que algo parecido ocurra de nuevo. Quieren que la Ley de Calidad que prepara el Ministerio de Educación para la secundaria les tenga en cuenta. 'No me atrevería a decir que sea absolutamente necesario que los equipos directivos de los centros tengan que ser pedagogos, pero, al menos, deben estar formados por pedagogos', dice Ibáñez-Martín. Además, cree que la pedagogía debe extenderse con fuerza hacia la etapa de secundaria. 'Cuantos más problemas haya, más necesidad de pedagogos'. Los orientadores escolares también pueden ser psicólogos, pero Eduardo Herrera es pedagogo y trabaja en el instituto Llanes de Sevilla. Cree que para que el equipo de orientación sea completo lo ideal es que haya licenciados de ambas carreras 'porque se complementan'. 'Los orientadores medimos la capacidad intelectual de algunos alumnos, que quizá necesitan un centro especial, pero también atendemos las dificultades de aprendizaje y la formación del profesorado. La competencia se da entre facultades más que entre profesionales', asegura Herrera. El profesor Ibáñez-Martín cree que el pedagogo debe servir además como puente entre las familias y los centros educativos. 'Las familias están desasistidas, perplejas, hay que orientarlas', afirma. Pero es la formación del profesorado, tan tradicional entre los pedagogos, una de las expectativas laborales más halagüeñas, dadas las necesidades formativas asociadas a la reforma de la enseñanza. 'La formación de los docentes, tanto la inicial como la continua, debe darse en todas las etapas', advierte Ibáñez-Martín. 'Hace unos años era difícil encontrarse con programas de formación pedagógica para profesores universitarios y ahora los hay en varias facultades y están teniendo mucho éxito. Ésos los imparten pedagogos'.

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