El Koldo Mitxelena muestra el peso de la ironía en el arte contemporáneo

La exposición presenta más de una treintena de obras de 17 autores

La exposición, coproducida por el KM y la Fundación Joan Miró de Barcelona, muestra varias obras de la década de los 60, como las célebres Latas de mierda de artista (1961), de Piero Manzoni, o la película La lluvia (1969), en la que Marcel Broodthaers muestra la persistencia inútil de un hombre, que se empeña en escribir con tinta bajo un gran chaparrón. Ambas figuran en la exposición en la medida en que constituyen un precedente directo del concepto actual de ironía.

Las piezas que conforman Ironía, como explícitamente se titula la muestra, son en su mayor parte o...

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La exposición, coproducida por el KM y la Fundación Joan Miró de Barcelona, muestra varias obras de la década de los 60, como las célebres Latas de mierda de artista (1961), de Piero Manzoni, o la película La lluvia (1969), en la que Marcel Broodthaers muestra la persistencia inútil de un hombre, que se empeña en escribir con tinta bajo un gran chaparrón. Ambas figuran en la exposición en la medida en que constituyen un precedente directo del concepto actual de ironía.

Las piezas que conforman Ironía, como explícitamente se titula la muestra, son en su mayor parte obras concebidas en los tres últimos años: videoproyecciones, instalaciones, fotografías o esculturas de discursos y temas dispares, pero con un claro ánimo de provocación como hilo conjunto. Win Delvoye muestra, por ejemplo, las vidrieras de una iglesia. Pero al trasluz no se observan imágenes de santos; el artista ha colocado en su lugar retratos de cerdos.

El papel del espectador

El comisario de la exposición, Fernando Barenblit, ha querido ofrecer una definición amplia de ironía. 'Pasa cuando se dice una cosa y se quiere decir probablemente la otra. Así se abre un campo de significados muy amplios, lo que tiene muchos riesgos para la interpretación. Si el espectador no pone de su parte, la ironía no se da', señala. Existe ironía en obras de compromiso que el público entiende a la primera. Por ejempo, Lego concentration camp (1999), de Zbigniew Libera. El artista muestra siete cajas del popular juego infantil de construcción sin un ápice de inocencia. En ellas se reproducen escenas de campos de concentración, con sus barracones y sus hornos crematorios. 'No hay referencias a los nazis', observa el comisario. 'Las cajas de campos de exterminio se repiten como si fueran juegos que compra cualquier dictadura'.

Este sarcasmo es común a todos los creadores representados en esta muestra, que permanecerá abierta al público hasta el 2 de febrero. Pero no es su única coincidencia. Barenblit asegura que todos ellos comparten 'una postura crítica sobre la forma en que la sociedad está ordenada y una reflexión sobre el propio arte y su inutilidad'. Antonio Ortega plantea esta última reflexión en un muro. En cambio, Ibon Aranberri, Javier Longobardo, Jeff Koons y Maurizio Cattelan, entre otros, hacen que la ironía se convierta en crítica social.

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