Una guerra no apta para las pantallas

La complejidad de un conflicto largo y opaco choca con las necesidades de las cadenas para mantener la audiencia

El Gobierno de Estados Unidos lo advirtió desde el principio: 'Va a ser una guerra distinta, larga, secreta y en múltiples frentes'. Dicho de otra forma, una auténtica pesadilla para los medios de comunicación, sobre todo para los audiovisuales. Cincuenta días después de los atentados del 11 de septiembre, la audiencia de las televisiones se mantiene aún alta, pero ¿son compatibles la televisión y una guerra larga?, ¿es posible que aguante el interés del público sin apenas imágenes o, peor aún, sin resultados?, ¿quién está ganando la batalla de los medios?

En Europa, al menos, la opinió...

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El Gobierno de Estados Unidos lo advirtió desde el principio: 'Va a ser una guerra distinta, larga, secreta y en múltiples frentes'. Dicho de otra forma, una auténtica pesadilla para los medios de comunicación, sobre todo para los audiovisuales. Cincuenta días después de los atentados del 11 de septiembre, la audiencia de las televisiones se mantiene aún alta, pero ¿son compatibles la televisión y una guerra larga?, ¿es posible que aguante el interés del público sin apenas imágenes o, peor aún, sin resultados?, ¿quién está ganando la batalla de los medios?

En Europa, al menos, la opinión pública comienza a dar muestras de fatiga, al tiempo que cae el apoyo a la guerra y en nuestros aparatos las imágenes de los cadáveres de los niños afganos hacen olvidar a los que aún yacen entre los escombros de las Torres Gemelas. El ministro de Exteriores británico, Jack Straw, se hizo eco el martes de este estado de ánimo al declarar: 'Lo que temo son las consecuencias de las visiones tan exageradamente a corto plazo de los medios'.

Y es que tal vez, como dice el teniente coronel de la División de Inteligencia, Enrique Polanco, 'el aburrimiento mata la guerra'. 'Si el conflicto aburre a los medios, éstos se ponen en contra, te abandonan o te desprestigian, pero a la vez la potencia, en este caso, EE UU, necesita a los medios para ganar la guerra. Sin ellos perdería apoyo interior e internacional y, por eso, tiene que alimentarlos con acciones y alarmas', añade.

Francisco G. Basterra, director de CNN+, no está de acuerdo con que sean los medios, por su inmediatez, los que crean ansiedad en el público. 'Es un problema de la impaciencia occidental, de nuestra sociedad que exige resultados inmediatos y carece de capacidad de perseverancia'. Basterra reconoce la dificultad de cubrir una guerra 'de la que sólo vemos la punta del iceberg de la información'. Por eso, continúa, 'debemos ser capaces de explicar los hechos, analizar los problemas y no estar preguntándonos cada semana quién está ganando la guerra'.

Para Ramón Colom, director de Programación de Vía Digital, 'la están ganando los periódicos, no las televisiones, porque dada la falta de información y con imágenes tan filtradas lo importante son los análisis. La televisión tiende a la simplificación y a las cadenas que emiten en abierto les horrorizan los bustos parlantes explicando porqués'. En su opinión, 'la televisión sí impide una guerra larga, y más en el caso de una tan compleja como ésta'. Colom augura que cuanto más dure 'mayor será la distancia en la percepción del curso de la guerra entre la opinión pública europea y la de EE UU'. Y apunta ya una diferencia: 'Donald Rumsfeld, el jefe del Pentágono, visto sin sonido por un europeo, es la viva imagen de un halcón, mientras que para el público americano es un hombre que infunde confianza'.

En el frente de la propaganda, la Administración norteamericana no ha ocultado su malestar con las imágenes difundidas por la televisión árabe Al Yazira y recomendó a los medios que editaran los mensajes de Bin Laden. La sugerencia fue aceptada por buena parte de las cadenas. El jueves el presidente de CNN, Walter Isaacson, dio un paso más y ordenó a sus corresponsales que recordaran en sus informaciones que 'los talibanes albergan a los terroristas que mataron a 5.000 inocentes'.

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La guerra parece invisible, pero, asegura Colom, 'al final nos acabaremos enterando de todo'. Tal vez porque, como dijo el politólogo francés Raymond Aron, 'EE UU es capaz de todo menos de callarse'.

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