Los cuarteles adaptan su régimen de vida al Ramadán

La presencia de un significativo porcentaje de soldados musulmanes en los cuarteles de Ceuta y Melilla ha obligado a adaptar su régimen de vida al Ramadán, que se inicia el próximo 17 de noviembre.

Durante el mes sagrado del Islam, los musulmanes no pueden ingerir alimentos entre la salida y la puesta de sol, por lo que los mandos militares han dictado normas especiales recomendando que, en la medida de lo posible, se eviten ejercicios que supongan un fuerte esfuerzo físico. Además, deberá modificarse el horario de desayunos y cenas para hacerlo compatible con los preceptos del Cor...

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La presencia de un significativo porcentaje de soldados musulmanes en los cuarteles de Ceuta y Melilla ha obligado a adaptar su régimen de vida al Ramadán, que se inicia el próximo 17 de noviembre.

Durante el mes sagrado del Islam, los musulmanes no pueden ingerir alimentos entre la salida y la puesta de sol, por lo que los mandos militares han dictado normas especiales recomendando que, en la medida de lo posible, se eviten ejercicios que supongan un fuerte esfuerzo físico. Además, deberá modificarse el horario de desayunos y cenas para hacerlo compatible con los preceptos del Corán.

Durante todo el año, las unidades disponen de dos menús e incluso de raciones de combate en las que se especifica, mediante signos claramente reconocibles, que entre sus componentes no figura ningún derivado del cerdo.

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Aunque el calendario laboral es igual al resto de España, los soldados musulmanes tienen derecho a disponer de algunas horas libres los viernes para cumplir sus obligaciones religiosas. En algunos cuarteles, los menos, hay una capilla, con una señal en el suelo que marca la dirección de La Meca, donde pueden orar.

El Ejército no dispone de capellanes islámicos, ni de ninguna otra confesión que no sea la católica, por lo que la asistencia religiosa corre a cargo de los imanes de la ciudad.

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Los mandos militares creen que sus soldados no son especialmente devotos y que los que se declaran musulmanes, la gran mayoría de los de origen marroquí, lo hacen por razones sociales o por las ventajas que ello les reporta.

Más que el integrismo religioso, lo que preocupa de este colectivo es su vulnerabilidad a las mafias de narcotraficantes enquistadas en la juventud musulmana de Ceuta y Melilla. El alto índice de sanciones disciplinarias que sufren responde la mayoría de las veces a problemas de drogas. Una razón más para alejarlos de las dos ciudades.

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