CARTAS AL DIRECTOR

La añagaza bélica

Es notable el contraste de sensibilidades de dos británicos -John LeCarré y Anthony Giddens- que coinciden en publicar el mismo día en EL PAÍS (18 de octubre). El segundo, admirado asesor áulico de Tony Blair, se muestra cómodo con la guerra como respuesta a los actos de terror del 11 de septiembre. El escritor, sin embargo, cava más profundo y desvela lo sabido en Gran Bretaña: su triste condición de país desdichado por muchos males y lo oportuna que para la carrera de Blair resulta la exaltación del patriotismo bélico, siempre pródigo en votos.

Como a LeCarré, me asustan 'los rost...

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Es notable el contraste de sensibilidades de dos británicos -John LeCarré y Anthony Giddens- que coinciden en publicar el mismo día en EL PAÍS (18 de octubre). El segundo, admirado asesor áulico de Tony Blair, se muestra cómodo con la guerra como respuesta a los actos de terror del 11 de septiembre. El escritor, sin embargo, cava más profundo y desvela lo sabido en Gran Bretaña: su triste condición de país desdichado por muchos males y lo oportuna que para la carrera de Blair resulta la exaltación del patriotismo bélico, siempre pródigo en votos.

Como a LeCarré, me asustan 'los rostros políticos sin un rasguño brillando a la luz del combate' y detesto tener que escuchar 'voces políticas pijas endureciendo mi corazón para la batalla'. Como él, preferiría que, una vez depositado todo el polvo de la destrucción, las naciones favorecidas por la fortuna y la falta de escrúpulos no se limitaran a regresar a sus patios traseros, sino que emprendieran la puesta en marcha de una nueva moralidad mundial, lo más justa posible, que propiciara felicidad mejor repartida a más cantidad de gente.

Aunque sólo sea porque, como recuerda el autor de El topo, esos patios traseros nunca volverán a ser el lugar seguro que una vez fueron.

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