OPINIÓN DEL LECTOR

¿Tendré línea?

Sin duda, muchos lectores recordarán aquella imagen de José Luis López Vázquez intentando comunicar desesperadamente con Matilde desde una cabina telefónica.

Aquella patética escena con la que Telefónica intentaba vender sus acciones ha resultado profética para muchos de sus desarmados usuarios de Hoyo de Manzanares, que día a día se enfrentan al angustioso dilema: '¿Querrá o no querrá Matilde concederme línea hoy?'

Y ello, por obra y gracia de la todopoderosa Telefónica, que, mientras sube como la espuma en la Bolsa, se niega por completo a 'descender al Hoyo' para resolver los ...

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Sin duda, muchos lectores recordarán aquella imagen de José Luis López Vázquez intentando comunicar desesperadamente con Matilde desde una cabina telefónica.

Aquella patética escena con la que Telefónica intentaba vender sus acciones ha resultado profética para muchos de sus desarmados usuarios de Hoyo de Manzanares, que día a día se enfrentan al angustioso dilema: '¿Querrá o no querrá Matilde concederme línea hoy?'

Y ello, por obra y gracia de la todopoderosa Telefónica, que, mientras sube como la espuma en la Bolsa, se niega por completo a 'descender al Hoyo' para resolver los problemas que sus líneas padecen en esta localidad madrileña.

Muchos de los usuarios nos vemos obligados a dar parte de averías tres, cuatro y hasta cinco veces al mes... Teniendo en cuenta que, en bastantes ocasiones, los técnicos tardan hasta tres días en llegarm, y si sumamos los días en que estamos incomunicados, podemos llegar fácilmente a ¡diez días al mes!

Días que, si no queremos que nos corten la línea, hemos de pagar religiosamente, lo cual, dados los precios de nuestra querida Matilde, no es moco de pavo.

Y cuando el usuario o usuaria, previa toma de tres calmantes, llama al 1004 para comunicar su avería y hacer una reclamación en regla, los empleados que le atienden lo reconducen a un sinfín de números alternativos (échese a temblar quien, como yo, ha cometido la fatal estupidez de contratar una línea RDSI) y se permiten el lujo de aconsejarle que se tome las cosas con calma y 'haga el favor de no hablarme tan alto'.

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La contrita usuaria traga saliva entonces, se come todos los exabruptos que le vienen a la mente y vuelve a dar al exquisito funcionario (por quinta o sexta vez desde que detectó su avería) todos los datos que le solicita, a saber: su número de teléfono averiado, nombre de usuario, teléfono de contacto, nombre de la persona de contacto, número de DNI...

Y la usuaria, en este punto, está dispuesta a dar su número de la Seguridad Social, de su peluquero y del último novio al que dejó plantado por un malentendido telefónico.

Si es afortunada, estos datos quedarán apuntados en los omniscientes ordenadores de Matilde. Claro que a menudo sucede que Matilde se pone farruca y se corta la línea en medio del proceso.

A veces, a los que somos autónomos nos llega otra llamada por el móvil que nos apremia: 'Pero ¿cuándo me envías el e-mail con los datos que te pedí? Mira que te quedas sin contrato...'

Y la usuaria intenta explicar que del 1004 la han mandado al 900 555 022, y de éste al 900 111 002, y que cuando ya estaba a punto de explicárselo todo al telefonista se ha cortado la línea y se ha vuelto a escuchar el Concierto de Brandeburgo...

Y se imagina atrapada en la cabina de Ibáñez Serrador, y sólo desea decir a todo el mundo que Matilde está detrás de este gran compló que se llama Telefónica, que está intentando vendernos la moto.

Y, mientras esto pasa, las líneas siguen mudas y silenciosas (sobre todo, silenciosas) en la pequeña localidad de Hoyo de Manzanares, Madrid.

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