MERCÈ 2001

El británico Herbert se convierte en el centro de la primera noche del BAM

Tibia acogida del público en los conciertos de la estación de Francia

Quizá fue el efecto Manu Chao o que era el primer día o tal vez que el cartel de la estación de Francia no era suficientemente atractivo, pero la primera noche de BAM en su escenario central fue francamente tibia. Los primeros grupos en actuar, tanto en el escenario central como en el secundario, apenas tuvieron a sus familiares siguiendo devotamente sus puestas en escena, y sólo cuando el británico Herbert, protagonista de la jornada, acabó su actuación en la plaza del Rei, se animó algo el ambiente.

Sin que mediasen cifras oficiales, podían calcularse en no más de 5.000 las per...

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Quizá fue el efecto Manu Chao o que era el primer día o tal vez que el cartel de la estación de Francia no era suficientemente atractivo, pero la primera noche de BAM en su escenario central fue francamente tibia. Los primeros grupos en actuar, tanto en el escenario central como en el secundario, apenas tuvieron a sus familiares siguiendo devotamente sus puestas en escena, y sólo cuando el británico Herbert, protagonista de la jornada, acabó su actuación en la plaza del Rei, se animó algo el ambiente.

Sin que mediasen cifras oficiales, podían calcularse en no más de 5.000 las personas que acudieron a la estación de Francia. Una cifra sustanciosa siempre que no se ubique en un espacio tan grande como es el de la estación. ¿Ventajas? Se podía bailar sin apretujones, no había colas ni en las barras de bar ni en los lavabos, la ropa no corría riesgos de ser salpicada por el vaso que siempre acaba por caérsele al que está junto a uno y se podía escoger el mejor ángulo de visión en cualquiera de los escenarios. No hay mal que por bien no venga.

Pero como parece que el público barcelonés tiene olfato fino, estas condiciones de habitabilidad no se produjeron en el concierto del británico Herbert, celebrado en la plaza de Rei. Si este recinto había estado poco concurrido durante la actuación de los fraceses Télépopmusik (electrónica domesticada y funk-pop de bolsillo), se llenó completamente para ver al británico. Herbert protagonizó el mejor concierto de la primera jornada de BAM y, visto lo visto, es más que probable que su actuación acabe siendo de las mejores del todo el festival.

Reivindicando la musicalidad del ruido a base de rasgar diarios y escacharrar botellas, sampleada en directo también la voz de su vocalista y comportándose en escena como un músico travieso capaz de hacer música percutiendo con un compacto de Sonia y Selena contra los micrófonos, Herbert encantó al público que se había citado para verle. Mezclando en justas medidas la nocturna seducción jazzy del disco Bodily functions y trasteando con electrónica despeinada que coqueteaba con el house, el británico hizo que mereciese la pena vigilar en las apreturas el vaso del vecino. Su música bien valía el riesgo de salpicaduras.

Y mientras, en la estación de Francia no se corrió ese riesgo, a pesar de que en el escenario se apostaron los brutotes Freestylers escupiendo un ritmo tan grueso que merecería sonar en pubs cerveceros atestados de hooligans. En aquel batiburrillo sonoro más bien cafre se percibían retazos de hip-hop, jungle, funk, ragga y breakbeat, estilos que flotaban como tropezones en un caldo sonoro de dudoso gusto y digestión muy pesada. La verdad es que su actuación fue pelma, sólo aceptable, y con reservas, en caso de que el consumidor hubiera traspasado la frontera de la ebriedad. No en vano quienes más bailaban con Freestylers eran los guiris allí presentes, quizá rememorando los instantes previos a un Liverpool-Manchester.

Después la noche se puso house con Mutiny, pero fue una sesión tan sabida que ni siquiera logró subir la alicaída temperatura de la noche. En un último intento, el disc-jockey tiró de temas clásicos del primigenio house de Chicago, pero cuando los altavoces escupieron la frase celebérrima, 'can you feel it', ya casi no había ganas ni público para sentir nada.

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El público de uno de los conciertos de la madrugada del sábado en la estación de Francia.MANOLO S. URBANO

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