Miles de fieles, en el Año Nuevo judío
Los judíos de Nueva York celebraron Rosh Hashaná, el Nuevo Año 5762, en un ambiente de crispación, tristeza y miedo. Miles de fieles acudieron a la sinagoga Emanu-El, en la Quinta Avenida, para asistir a los servicios de la noche del lunes y la mañana del martes.
En la ceremonia, a la que asistieron 2.500 personas, estuvieron el ex presidente Bill Clinton y Kofi Annan, secretario general de Naciones Unidas. 'Debemos seguir adelante', afirmó Clinton a la entrada del templo.
'La idea de fiesta ha desaparecido. He perdido amigos en los atentados. Es muy difícil comenzar el año así',...
Los judíos de Nueva York celebraron Rosh Hashaná, el Nuevo Año 5762, en un ambiente de crispación, tristeza y miedo. Miles de fieles acudieron a la sinagoga Emanu-El, en la Quinta Avenida, para asistir a los servicios de la noche del lunes y la mañana del martes.
En la ceremonia, a la que asistieron 2.500 personas, estuvieron el ex presidente Bill Clinton y Kofi Annan, secretario general de Naciones Unidas. 'Debemos seguir adelante', afirmó Clinton a la entrada del templo.
'La idea de fiesta ha desaparecido. He perdido amigos en los atentados. Es muy difícil comenzar el año así', aseguró un asistente.
Ésta iba a ser, además, una ocasión especial. Emanu-El -el mayor templo judío del mundo, según sus representantes- sufrió un incendio hace tres años y acababa de abrir sus puertas al público. La alegría de la reapertura se ha disipado.
Una amplia dotación de agentes de seguridad, vestidos de traje negro, con un clavel blanco en la solapa y auriculares en la oreja, contribuyeron a dar un aire más sombrío a las ceremonias. Hubo estrechas medidas de seguridad: detectores a la entrada, varios registros y un amplio despliegue policial.
Los signos de duelo nacional también fueron patentes: la bandera norteamericana ondea a media asta a la puerta del templo y los asistentes entonaron el God bless America antes de comenzar la ceremonia del lunes.
'Ahora nos necesitamos como nunca antes... Nunca olvidaremos', dijo el rabino Amy Ehrlich. 'Me sentí como nunca me había sentido, excepto en dos ocasiones: cuando estuve en Auswitz y Dachau', afirmó el rabino sobre su visita a la escena del desastre el pasado miércoles.