Reportaje:ATAQUE A EE UU | Conmoción en el deporte

La pesadilla del joven Darren

Phillip, jugador de Unicaja, vivió horas de angustia al desconocer el paradero de su madre, empleada en las Torres Gemelas

El jugador de Unicaja Málaga, Darren Phillip, no mostraba ayer su habitual imagen plagada de amplias sonrisas, no era la persona bromista y que tenía frecuentes momentos de guasa con la mascota del equipo y con el público. El semblante de este ala-pívot londinense de 23 años todavía soportaba la angustia de quien teme por la vida de su madre. Margaret trabaja en una compañía aseguradora, en las oficinas del piso 38 de una de las Torres Gemelas de Nueva York. Era la torre 1, la que se derrumbó en segundo lugar tras el atentado terrorista del martes en Estados Unidos.

A las tres de la tar...

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El jugador de Unicaja Málaga, Darren Phillip, no mostraba ayer su habitual imagen plagada de amplias sonrisas, no era la persona bromista y que tenía frecuentes momentos de guasa con la mascota del equipo y con el público. El semblante de este ala-pívot londinense de 23 años todavía soportaba la angustia de quien teme por la vida de su madre. Margaret trabaja en una compañía aseguradora, en las oficinas del piso 38 de una de las Torres Gemelas de Nueva York. Era la torre 1, la que se derrumbó en segundo lugar tras el atentado terrorista del martes en Estados Unidos.

A las tres de la tarde hora española, tras conocer el impacto de dos aviones contra sendos edificios del World Trade Center, Phillip habló por teléfono con su padre Eugene: '¿Dónde está mi madre?', preguntó. La respuesta fue contundente: 'No sé dónde está tu madre'. Con una tormenta de ideas negativas rondando su cabeza, el jugador se limitaba a decir: '¿Qué pasa?, ¿hay algún problema?'. Pero no obtuvo explicación, su padre tampoco sabía nada.

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A partir de ahí, tres horas en las que Phillip no supo el paradero de su madre, si había muerto o no, si estaba herida. Las tres horas más largas del ala-pívot en las que imaginó cualquier cosa. Mientras, todas las cadenas de televisión se esforzaban en poner las imágenes más alarmantes y estremecedoras. Fuego, manzanas sepultadas y gente cubierta de polvo en la calle. Este era el panorama.

Alrededor de las seis, el jugador logró hablar de nuevo con su padre, que le sacó de dudas y confirmó que su madre estaba en perfecto estado. Margaret se encontraba en el piso 35 cuando el avión colisionó contra la otra torre. 'Oímos un ruido... el edificio vibró y empezamos a oír gritos: ¡no tengáis miedo, no os pongáis nerviosos, vamos a evacuar el edificio!', relataba la madre del jugador en la Cadena Ser tras salvar la vida.

Aunque sabía que estaba a salvo, Darren tuvo que esperar hasta las cuatro de la madrugada para oír la voz de su madre. Con palabras atropelladas por los nervios, Margaret le contaba que el pánico de la gente era terrible, que corrían y corrían sin saber nada. 'Buena suerte, buena suerte', así concluyó Margaret el diálogo.

La de las cuatro de la madrugada del miércoles fue sin duda la conversación más esperada por Phillip. Ambos mantenían contacto continuo después de que Unicaja se lo 'robara' prácticamente a su madre cuando era poco más que un adolescente de 21 años. Darren nació en Londres, pero se crió en Nueva York. Allí creció y comenzó en esto del baloncesto. Su primer equipo fue el del instituto South Shore de Broklin. Luego pasó a la universidad de Fairfield, en Connecticut, estado vecino de Nueva York. Sus buenos números lo trajeron al equipo de Maljkovic.

Con pocas horas de sueño y el susto aún en el cuerpo, Phillip no estaba ayer para nada, pero acudió al entrenamiento matinal. Sólo compareció para decir que todo había pasado y que 'Margarita' estaba bien. En menos de diez años, su madre se había librado de dos atentados terroristas. Margaret ya trabajaba en las Torres Gemelas cuando en febrero de 1993 explotó una bomba que dejó seis muertos y miles de heridos.

El mal trago familiar ya ha pasado. 'Estoy mejor, pero sigo con la cabeza y el corazón en Nueva York', dijo ayer. Darren Phillip sigue preocupado porque la retirada de escombros continúa, el número de muertos crece y son muchos los amigos que el jugador de Unicaja conserva en la gran manzana.

Darren Phillip, en un entrenamiento con el Unicaja.SERGIO CAMACHO

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