ENFRIAMIENTO DE LA ECONOMÍA

La crisis fuerza la suspensión de pagos de Moulinex, con una deuda de 136.000 millones

El presidente del grupo arremete contra los accionistas italianos por su negativa a inyectar fondos

La multinacional Moulinex quedó ayer bajo administración judicial en Francia después de que su presidente, Patrick Puy, se declarase en suspensión de pagos con un endeudamiento de unos 820 millones de euros (136.000 millones de pesetas), superior a los fondos propios del grupo, que ascienden a 640 millones. Los sindicatos y el propio Gobierno de izquierda acogieron esa medida con un gesto de alivio, juzgándolo menos grave que el cierre de las actividades a las que abocaba la negativa de los accionistas mayoritarios, la familia italiana Nocivelli, a inyectar más dinero.

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La multinacional Moulinex quedó ayer bajo administración judicial en Francia después de que su presidente, Patrick Puy, se declarase en suspensión de pagos con un endeudamiento de unos 820 millones de euros (136.000 millones de pesetas), superior a los fondos propios del grupo, que ascienden a 640 millones. Los sindicatos y el propio Gobierno de izquierda acogieron esa medida con un gesto de alivio, juzgándolo menos grave que el cierre de las actividades a las que abocaba la negativa de los accionistas mayoritarios, la familia italiana Nocivelli, a inyectar más dinero.

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La administración judicial durará seis meses, y su presidente, Patrick Puy, será mantenido en sus funciones. Este último, nombrado para el cargo por la familia dueña del grupo italiano Elettro Finanziaria -que controla Moulinex al 74,3%-, se revolvió ayer contra los accionistas mayoritarios, por su 'rechazo incomprensible' a financiar un plan de reestructuración que, según el ejecutivo, habría saneado la empresa. El grupo italiano controla la compañía, mientras que otro 5,7% corresponde al grupo francés Torelli. El resto del capital se encuentra en Bolsa.

La reestructuración intentada implicaba 4.000 despidos en unas plantillas que suman 21.000 empleados. El consejo de administración de la empresa, convocado en París para examinar las condiciones de financiación de ese plan, no pudo hacer otra cosa que certificar el bloqueo entre los accionistas y los bancos que trabajan con el grupo. La empresa habría necesitado una inyección de 90 millones de euros (casi 15.000 millones de pesetas), que ni la familia Nocivelli ni la mayor parte de los bancos habituales del grupo -Crédit Lyonnais, BNP Paribas, Société Générale, Crédit Agricole- estaban dispuestos a financiar.

La suspensión de pagos afecta a un grupo que tiene 30 fábricas repartidas por el mundo, producto de la fusión llevada a cabo a finales de 2000 entre las sociedades Moulinex y Brandt, es decir, entre un fabricante de electrodomésticos pequeños y otro de grandes aparatos. Dos de esas fábricas se encuentran en España. En Francia cuenta con 16 y proyectaba cerrar tres de ellas, todas en el norte del país, noticia esta última que ha provocado un mazazo social y ha movilizado al Gobierno, presto a hacer cuanto sea posible por los empleados de Moulinex, 'aunque sea una empresa privada', según dijo ayer el propio primer ministro, el socialista Lionel Jospin.

De momento, la Secretaría de Estado de Industria se ha puesto a la tarea de sondear a grandes grupos industriales para tratar de recolocar en ellos parte del personal amenazado en Moulinex. El papel de 'bombero social' adoptado por el Gobierno de Jospin se amplía así a Moulinex, después de que dos ministros intervinieran para evitar una crisis absoluta en el grupo privado de aviación AOM-Air Liberté, a comienzos del verano. 'Hay posibilidades manifiestas de reemprender las actividades del grupo, en todo o en parte', aseguró el presidente de la empresa, Patrick Puy, en la conferencia de prensa donde confirmó la suspensión de pagos.

La imagen que proyecta la crisis de Moulinex resulta especialmente mala para el Gobierno de izquierdas, porque no en vano se trata de una de las marcas más conocidas por la generalización de sus productos -entre ellos, hornos de microondas, cafeteras, aspiradores, refrigeradores, lavadoras, lavavajillas- y porque forma parte de la memoria colectiva de los franceses. Desde el primer pasapurés, lanzado en 1932 por su fundador -los 'placeres Moulinex' que vendía su publicidad se hicieron también muy populares en España-, esta marca brilló mucho tiempo en el firmamento de los éxitos industriales franceses.

La muerte de su fundador, Jean Mantelet, que se produjo en 1991 sin herederos directos, inició la espiral de la crisis, justificada por la creciente competencia asiática en pequeños electrodomésticos. Tras funcionar durante años como sociedad gestionada por el personal, volvió a convertirse en una sociedad anónima. A comienzos de 2000, el grupo italiano de la familia Nociveli entró como accionista principal y a finales de ese año fusionó Moulinex y Brandt. El grupo tuvo un resultado negativo de 130 millones de euros (21.600 millones de pesetas) en 2000.

El presidente de Moulinex, Patrick Puy, anuncia ayer, en París, la suspensión de pagos de la empresa.ASSOCIATED PRESS

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