OPINIÓN DEL LECTOR

Árboles en la Alameda

Soy una disfrutadora nata de la sombra, necesaria durante el día, y del fresquito nocturno y ensoñación que me dan los árboles de la Alameda cada vez que paso por ella en bici o me siento en sus bancos o en sus bares. La sombra es el alma de ciudades tan al sur y casi desérticas como Sevilla, y es a eso, a la desertización en la ciudad, a lo que nos lleva un tipo de urbanismo que tala árboles porque sí, además de talar historia e intrahistoria, la Alameda la tiene, para hacer más aparcamientos que atraen más coches todavía y concentra más dinero en los mismos.

Con respecto a la comparac...

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Soy una disfrutadora nata de la sombra, necesaria durante el día, y del fresquito nocturno y ensoñación que me dan los árboles de la Alameda cada vez que paso por ella en bici o me siento en sus bancos o en sus bares. La sombra es el alma de ciudades tan al sur y casi desérticas como Sevilla, y es a eso, a la desertización en la ciudad, a lo que nos lleva un tipo de urbanismo que tala árboles porque sí, además de talar historia e intrahistoria, la Alameda la tiene, para hacer más aparcamientos que atraen más coches todavía y concentra más dinero en los mismos.

Con respecto a la comparación entre un árbol y un hijo que algún vecino ha hecho en algún periódico, me parece que no se trata de compararlos o de hacer jerarquías persona frente a árbol-naturaleza, sino de conciliarlas y hacer que convivan, incluso en la ciudad, para hacerla menos absurda y más acogedora.

Rehabilitar la Alameda no es desalojar a sus vecinos, ni tampoco echar a los que no se quiere ver: a los que nos roban, a los yonquis o a las prostitutas, al mercadillo. El problema es más serio y profundo. Construir un aparcamiento para arreglarlo es de necios o de especuladoras sin sensibilidad.

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