OPINIÓN DEL LECTOR

Selectividad

Para todos los profesores de enseñanza secundaria, especialmente de la posobligatoria, la Universidad es un referente obligado. Los alumnos que superan la etapa de Bachillerato deben a continuación superar las pruebas de acceso a la Universidad, que ésta se encarga de organizar y evaluar. Pero somos muchos los profesores no universitarios que a menudo nos cuestionamos la seriedad de la coordinación, el rigor y la uniformidad en la evaluación, y, sobre todo, la equidad de estas pruebas. Sirva como ejemplo un caso práctico recién acaecido en Andalucía:

Pese a estar establecido un examen ú...

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Para todos los profesores de enseñanza secundaria, especialmente de la posobligatoria, la Universidad es un referente obligado. Los alumnos que superan la etapa de Bachillerato deben a continuación superar las pruebas de acceso a la Universidad, que ésta se encarga de organizar y evaluar. Pero somos muchos los profesores no universitarios que a menudo nos cuestionamos la seriedad de la coordinación, el rigor y la uniformidad en la evaluación, y, sobre todo, la equidad de estas pruebas. Sirva como ejemplo un caso práctico recién acaecido en Andalucía:

Pese a estar establecido un examen único en cada asignatura para todos los alumnos de la misma comunidad, en la asignatura de Latín se han realizado dos modelos de pruebas distintos, según el tribunal que haya correspondido a cada centro. Los dos modelos de pruebas tenían un grado de dificultad desproporcionado. Si esta irregularidad se ha producido por un error en los procedimientos de organización de las pruebas de acceso (podría ser una explicación, lamentable pero comprensible), lo razonable y justo hubiera sido repetir en su momento, antes de emitir las calificaciones, la prueba de esta materia en igualdad de condiciones, como hay precedentes en otras pruebas y en otras comunidades. Pero no sólo no se ha tomado esta medida para evitar el agravio comparativo entre los alumnos que realizaron la prueba de Latín, sino que ni siquiera se ha dado ninguna explicación a los diferentes sectores (alumnos, padres, centros) ni se han atendido las justas reclamaciones de los alumnos perjudicados.

Ante la polémica desatada por la reforma de la selectividad y las alternativas a ésta, la Universidad debe asumir sus responsabilidades en el fracaso del sistema actual y no dejar, como hasta ahora, que éstas recaigan sobre los docentes de etapas anteriores.

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