Una banda secuestra a españoles en la ruta de Ceuta a Tetuán

La Guardia Civil denuncia la sospechosa impunidad con la que actúan en Marruecos

Las mesas del cafetín Los Ángeles, en la localidad marroquí de Castillejos (unos 30.000 habitantes), a tres kilómetros de la frontera ceutí del Tarajal, están repletas de jóvenes, algunos con camisetas del Barça, que miran a las musarañas y no prestan atención al magacín matinal que emite TVE. Un enorme retrato del fallecido rey Hassan II y de su sucesor presiden el local cuya terraza asoma a una de las calles más animadas de este pueblo fronterizo al que los ceutíes acudían hasta hace pocos meses a comprar en sus bazares y mercados. Ahora, muchos tienen miedo.

En este bar y en el salón...

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Las mesas del cafetín Los Ángeles, en la localidad marroquí de Castillejos (unos 30.000 habitantes), a tres kilómetros de la frontera ceutí del Tarajal, están repletas de jóvenes, algunos con camisetas del Barça, que miran a las musarañas y no prestan atención al magacín matinal que emite TVE. Un enorme retrato del fallecido rey Hassan II y de su sucesor presiden el local cuya terraza asoma a una de las calles más animadas de este pueblo fronterizo al que los ceutíes acudían hasta hace pocos meses a comprar en sus bazares y mercados. Ahora, muchos tienen miedo.

En este bar y en el salón de billares Sairi, situado en el barrio de Condesa de esta localidad, se reúne la banda de 20 delincuentes que ha convertido los 40 kilómetros que separan Ceuta de Tetuán en la ruta del secuestro. Su principal responsable es Mohamed Yajloufi, Terra, según señala un informe confidencial de los Servicios Especiales de la Guardia Civil remitido al Ministerio del Interior y refrenda alguno de los secuestrados.

'¿Quién me garantiza mi seguridad si lo denuncio? La policía marroquí está comprada'

Desde estos dos escenarios y saboreando una taza de té, los secuestradores aguardan pacientes la llegada de sus víctimas cuyo perfil tiene algunos elementos comunes: residen en Ceuta, son españoles y pertenecen a familias con reconocidas posibilidades económicas. En algún caso, los secuestrados estaban relacionados con el mundo del contrabando de hachís.

Cuando la víctima atraviesa en su coche la aduana marroquí de Bab Septa y el vehículo avanza por la carretera que conduce a Tetuán (700.000 habitantes), la reunión en el cafetín Los Ángeles concluye apresuradamente. Los secuestradores se colocan tras su presa, le adelantan, cruzan sus coches en la carretera, en ocasiones hasta cinco turismos, y lo sacan del vehículo a punta de pistola y golpe de machetes y espadas japonesas. En los últimos seis meses la escena se ha repetido, al menos en cinco ocasiones, ante la átonita mirada de otros conductores y sin que nadie se atreva a desafiarles.

Los numerosos controles policiales que hay en esta zona no parecen preocupar a la banda de los cafetines, cuyos matones actúan a cara descubierta y trasladan al secuestrado en sus propios coches hasta las urbanizaciones de lujo en la zona de Restinga y Marina Smir, complejos turísticos próximos a las fincas de recreo en las que veranea la familia real de Marruecos. Allí permanece retenido el secuestrado hasta que se produce el pago. Todas las víctimas han escuchado las olas del mar desde las casas en las que permanecieron maniatados mientras los secuestradores esnifaban coca, bebían latas de cerveza y les golpeaban con saña. Abdelmalik Mohamed, un ceutí de 36 años que cayó en las garras de la banda, lo relata así: 'En más de 12 ocasiones me amenazaron con cortarme un brazo o la cabeza con una espada de samuray. Pensé que iba a morir. Fue la peor noche de mi vida'.

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La playa de Restinga, en la que algunos ceutíes tienen apartamentos, se convirtió en la cárcel de este hombre y de otros cuatro españoles secuestrados, según señala el informe de la Guardia Civil. Pese a que un guarda atiende la barrera de acceso, Abdelmalik fue conducido el pasado 10 de marzo a este complejo donde permaneció secuestrado 24 horas hasta que su familia pagó tres millones de pesetas en metálico, un talón de 60 millones de una cuenta sin fondos y una bolsa repleta de joyas. La víctima, a la que taparon los ojos, escuchó a sus raptores pedir al guarda que levantara la barrera.

En otras ocasiones, los secuestrados han sido trasladados a una finca en la zona del antiguo apeadero de ferrocarril del Negrón, entre las localidades de El Rincón, Malalien y Tetuán. 'Un viejo olivo, que destaca del resto del paisaje', permanece en la memoria de los secuestrados, según la investigación.

La banda explota el terror al más puro estilo mafioso y consigue trasladar el dolor de las víctimas hasta sus familiares. Entregan a los secuestrados un teléfono móvil y les obligan a llamar a sus mujeres e hijos para reclamarles cantidades que alcanzan los 30 millones de pesetas. Cuando el secuestrado expone su situación, los matones le apalean con porras y mangos de machetes para que se oigan sus gritos al otro lado del teléfono. 'Llamé a mi familia unas 15 veces y como al principio veían que no chillaba me dieron con más rabia', relata Abdelmalik.

La Guardia Civil destaca en su informe de ocho páginas que los autores de estos secuestros actúan a cara descubierta, 'lo que puede indicar una cierta sensación de impunidad', y añaden un dato inquietante: los autores 'comentan continuamente a los secuestrados sus contactos con las fuerzas de seguridad marroquíes e inclusive con ciertas autoridades como por ejemplo el alcalde de Castillejos'. Fuentes próximas a este último niegan cualquier relación con los hechos o sus autores. El documento describe los vehículos que utilizan los dirigentes de la banda, un jeep Gran Cherokee y un Opel Corsa dorado, y facilita sus matrículas. Asimismo cita a 14 presuntos secuestradores entre los que aparece Mohamed el Yajloufi, al que varios secuestrados han señalado como el líder y que fue detenido hace días en una redada protagonizada en Tetuán tras el asesinato de un abogado.

Miedo a denunciar

La Guardia Civil destaca que sólo el ceutí Abdelmalik Mohamed ha dado el paso de denunciar los hechos ante la justicia marroquí y que nadie lo ha hecho ante los juzgados españoles a pesar de que se puede perseguir el delito.

En opinión de este cuerpo la negativa a denunciar proviene del 'miedo a que se obligue a la víctima a que justifique la procedencia del dinero pagado a los secuestradores; temor a las posibles represalias contra ellos, sus familias o bienes; y desconocimiento de la posibilidad de presentar denuncia ante la justicia española'. Dos de los secuestrados con los que ha conversado este periódico destacan su desconfianza hacia las autoridades de Marruecos y el temor a los secuestradores que residen a escasos kilómetros de Ceuta.

Una de las víctimas que pide que se omita su identidad lo explica así: '¿Quién me garantiza mi seguridad para ir a Marruecos a denunciar? La policía de Castillejos está comprada. Desde el jefe hasta el último policía. La autoridad lo sabe y no mueve un solo dedo por evitarlo. Sé de gente que ha estado secuestrada hasta 10 días. ¿Quién se cree que eso es posible en Marruecos, una dictadura, sin que la policía esté comprada por los secuestradores? A la policía le pagan con el dinero de estos secuestros'.

Abdelmalik Mohamed sí confía en las autoridades marroquíes. El pasado 2 de abril envió una carta certificada al ministro de Justicia en la que relataba su tragedia y facilitaba todo lujo de detalles sobre la identidad y paradero de varios de sus secuestradores, algunos vecinos de Castillejos y clientes habituales del cafetín Los Ángeles desde cuya privilegiada posición se divisa a las víctimas. La policía marroquí le citó en Tetuán para formalizar la denuncia, pero todavía no ha acudido. Ha delegado en Mansour Mohsin, abogado de Tetuán.

Un ceutí, vecino del barrio de Benzú, sigue en manos de la banda del cafetín. Su familia todavía no ha pagado el rescate. La ruta de Ceuta a Tetuán se ha convertido para algunos en un infierno.

Las huellas de la paliza que sufrió Abdelmalik a manos de sus secuestradores.J. M. I.

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