OPINIÓN DEL LECTOR

La corta de Guillena y Gerena

Me pregunto por qué la próxima apertura de la mayor corta al aire libre para extracción de mineral de toda Europa, que se pretende abrir entre los términos municipales de Guillena y Gerena, una cuestión trascendental para la ciudad, su entorno metropolitano y áreas de tan sensibles medio ambientalmente como Doñana, no está teniendo el eco en los medios de comunicación que debiera.

Tan sólo pequeñas noticias y publirreportajes pagados por la propia empresa explotadora son las únicas noticias que nos llegan de esa iniciativa. Por supuesto, en ellas no se advierten de los peligros que se n...

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Me pregunto por qué la próxima apertura de la mayor corta al aire libre para extracción de mineral de toda Europa, que se pretende abrir entre los términos municipales de Guillena y Gerena, una cuestión trascendental para la ciudad, su entorno metropolitano y áreas de tan sensibles medio ambientalmente como Doñana, no está teniendo el eco en los medios de comunicación que debiera.

Tan sólo pequeñas noticias y publirreportajes pagados por la propia empresa explotadora son las únicas noticias que nos llegan de esa iniciativa. Por supuesto, en ellas no se advierten de los peligros que se nos vienen encima: eliminación de tierra agrícolamente fértil, daños medioambientales directos (embalse de aguas contaminadas como las de Aznalcóllar), mayor contaminación del aire por partículas sólidas, pérdida de puestos de trabajo, por no contar los daños al patrimonio histórico (eliminación completa de 49 yacimientos arqueológicos) y al paisaje.

La principal razón argumentada por la empresa para obligarnos a pagar este precio en la creación de prosperidad y puestos de trabajo, como siempre. Sin embargo, la experiencia de Aznalcóllar debería hacernos reflexionar sobre qué significa eso.

Finalmente, Boliden se ha ido y ha dejado a la gente en el paro, pero eso sí se ha llevado todas las subvenciones que se le dieron y, además, sin responsabilidades sobre la rotura de las balsas de lodos contaminados, cuya retirada también hemos pagado nosotros.

Supongo que estas cosas han ocurrido y volverán a ocurrir porque no hay suficiente debate social, porque se fraguan en el silencio de los despachos oficiales y sólo trascienden a la sociedad cuando el desastre se ha consumado.

Me gustaría que, para no volver a tropezar en la misma piedra, los medios de comunicación le dedicasen a esta cuestión la mitad de las páginas que le han dedicado a la ampliación de la Feria, las denuncias entre socios de las casetas o los estrenos de las cofradías en Semana Santa, por ejemplo.

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