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La Semana Santa se cobra unos sesenta muertos entre la población civil y los bandos combatientes

La Semana Santa se convirtió, por las masacres paramilitares y los enfrentamientos entre estos grupos y la guerrilla, en una semana de horror y de muerte. Las víctimas, entre la población civil y los combatientes, pueden pasar de los sesenta.

Desde el Jueves Santo se empezó a hablar, en versiones confusas, de una masacre paramilitar en la región del Naya, en el límite de las provincias de Cauca y Valle, situadas al suroccidente del país.

Después de tres días caminado por trochas, perseguidos por el miedo, y en medio en la lluvia, hasta ochenta familias campesinas llegaron, el pas...

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La Semana Santa se convirtió, por las masacres paramilitares y los enfrentamientos entre estos grupos y la guerrilla, en una semana de horror y de muerte. Las víctimas, entre la población civil y los combatientes, pueden pasar de los sesenta.

Desde el Jueves Santo se empezó a hablar, en versiones confusas, de una masacre paramilitar en la región del Naya, en el límite de las provincias de Cauca y Valle, situadas al suroccidente del país.

Ayer lunes la Defensoría del Pueblo, que había alertado a las autoridades sobre la posibilidad de que ocurriera este crimen, confirmó que, en un recorrido por varias aldeas, los paras dejaron un total de 32 muertos.

Después de tres días caminado por trochas, perseguidos por el miedo, y en medio en la lluvia, hasta ochenta familias campesinas llegaron, el pasado domingo por la tarde, a varias cabeceras municipales buscando refugio.

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Hablan de muertos tirados en la carretera, de degollados, de una mujer destrozada con motosierra. Todos esperan con temor saber de la suerte de los que quedaron atrás.

Para ellos, la cifra de muertos puede ser mayor. Los paramilitares acusan a los campesinos de esta escarpada región de haber colaborado con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en secuestros múltiples. Los rehenes, dicen, fueron mantenidos en la región del Naya.

En la madrugada del domingo de Pascua, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) atacaron sin piedad La Caucana, una aldea de Tarazá, en la provincia de Antioquía, cercana al fortín paramilitar en el nudo de Paramillo. Ocho civiles -siete campesinos y un comerciante- fueron ejecutados; el sacerdote, amenazado, y hasta 29 casas, gravemente averiadas, y las tiendas saqueadas.

Según la versión de los militares que llegaron de inmediato a la zona, todo empezó con combates entre las FARC y los paramilitares, que ganaron los primeros. Hablan de 20 paramilitares y 15 guerrilleros muertos. Con el camino despejado, las FARC entraron al caserío, que acusan de estar del lado de los paramilitares.

En el Magdalena medio, en la zona donde se pretende establecer el espacio para el diálogo de paz con el Ejército de Liberación Nacional, continúan aún los combates entre los militares y la guerrilla.

Una entrevista con el comandante paramilitar Carlos Castaño, emitida el pasado miércoles por la noche -en la que durante media hora pregonó su discurso incendiario de no al diálogo y a la derrota militar de los elenos, transmitida por la cadena de televisión RCN-, provocó un duro enfrentamiento entre el ejecutivo y el poderoso grupo Ardila Lulle, dueño del canal, y llevó a la renuncia del embajador en España, Carlos Julio Ardila.

'Ideas políticas'

Algunos columnistas han hablado ya de la "manifiesta intervención" del ex embajador en el manejo de la información y opinión de dicha cadena.

La televisiva colombiana RCN ha emitido ya, por otra parte, otras polémicas entrevistas en las que el comandante paramilitar Castaño, considerado el mayor violador de los derechos humanos del país, habló a sus anchas de sus ideas políticas.