Columna

¡Más genoma!

Se lee en la prensa: 'El alcalde de Lepe manda desalojar a los norteafricanos encerrados en el Ayuntamiento', 'El subdelegado del Gobierno, Fernando Hermoso, insta a los encerrados de Almería a que salgan a la calle', 'El rector de la Universidad de Almería, Alfredo Martínez Almeja, transmite la identidad de 67 encerrados'. El mismo señor pide auxilio para cuidar su campus y en la zona fresera los inmigrantes vuelven a tomar postura, apoyados por el SOC, quedándose hasta que sus problemas se resuelvan en el Albergue Municipal, de donde, sin duda, serán expulsados no por xenofobia sino a causa ...

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Se lee en la prensa: 'El alcalde de Lepe manda desalojar a los norteafricanos encerrados en el Ayuntamiento', 'El subdelegado del Gobierno, Fernando Hermoso, insta a los encerrados de Almería a que salgan a la calle', 'El rector de la Universidad de Almería, Alfredo Martínez Almeja, transmite la identidad de 67 encerrados'. El mismo señor pide auxilio para cuidar su campus y en la zona fresera los inmigrantes vuelven a tomar postura, apoyados por el SOC, quedándose hasta que sus problemas se resuelvan en el Albergue Municipal, de donde, sin duda, serán expulsados no por xenofobia sino a causa de ser portadores del gen No-fast-Y10, hallado en todos los individuos afectados, no sólo en Andalucía, sino también en el resto de territorio nacional.

El gen, descubierto por los científicos de la Universidad Arkham, dirigidos por el doctor Aznalluset, es el responsable de la aparición de una hormona, que remediablemente provoca en el resto de los seres humanos el rechazo más absoluto.

Entre un grupo de muestreo de los 132.015 individuos norteafricanos se ha elegido un caso ilustrativo: Alí, 14 años, nacido en Bousnika, comienza a desarrollar caracteres sexuales secundarios e inmediatamente es impelido de forma espontánea a ganar unos dirhem y salir hacia Tánger donde hace todo tipo de trabajos y ahorra el dinero suficiente. Lo que sabe su último patrón, que tapándose la nariz a causa del fortísimo olor de la hormona, mete al muchacho en una balsa neumática junto con otros portadores. Segunda expulsión.

El capitán de la barca llega a 300 metros de la playa y arroja al mar a sus apestados. Ya no puede más. Tercer rechazo, precursor de un cuarto cuando la mitad de los desdichados caen en manos de la Guardia Civil. El instituto armado mete a todos los encerrados en el sollado de un ferry y de vuelta a casa. Quinto.

Alí sigue cada día más repugnante a los ojos de los empresarios que le dan trabajo mal remunerado, no por ahorrarse unas pesetas sino por quitárselo de encima cuanto antes. A él y a los otros portadores del gen No-fast-Y10 que vagan de costa a costa del sur sin papeles, trabajo fijo, ni dinero, viéndose continuamente expulsados de cualquiera de las míseras viviendas donde hasta los cerdos les dan coces y mordiscos para que se vayan.

Así estos estigmatizados van viendo como son despreciados, desahuciados, de todas partes: incluso del encierro de Lepe. Allí les confiscaron mantas y colchonetas.

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Para colmo, con el fin de que se desalojen de una puñetera vez -a ver si se enteran-, la Universidad de Almería ha inventado un aparato que recoge el plástico de los invernaderos seis veces más rápido y mucho más barato que esos hombres que van a estar obligados a seguir malviviendo o volver, como Alí, a la miseria.

Así que de xenofobia nada. La culpa es de una molécula, de una cosita que seguramente también padece el pobre e impopular submarino Tireless. No es nada disparatado que un trasto así y sus tripulantes también padezcan el genoma alterado y segreguen prolargatina.

Los señores políticos pueden estar tranquilos haciendo su oficio. Siempre quedaran científicos que digan: ¡Más genoma!

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