Columna

Lecturas

LUIS CARANDELL

Buenos augurios para los libros y la lectura. Se seguirán leyendo libros en el siglo XXI que acaba de empezar. Y en el XXII, en el XXIII o en el XXIV. A esta conclusión se ha llegado en los encuentros entre escritores y lectores que han tenido lugar en la librería Crisol de la calle de Juan Bravo. La pregunta era la de si el libro sobrevivirá al ataque de las nuevas tecnologías; si no acabaremos leyendo en un soporte distinto, sea una pantalla o cualquier otro artilugio. La sala de la librería donde se celebraban las conversaciones estaba llena de gente joven, así ...

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LUIS CARANDELL

Buenos augurios para los libros y la lectura. Se seguirán leyendo libros en el siglo XXI que acaba de empezar. Y en el XXII, en el XXIII o en el XXIV. A esta conclusión se ha llegado en los encuentros entre escritores y lectores que han tenido lugar en la librería Crisol de la calle de Juan Bravo. La pregunta era la de si el libro sobrevivirá al ataque de las nuevas tecnologías; si no acabaremos leyendo en un soporte distinto, sea una pantalla o cualquier otro artilugio. La sala de la librería donde se celebraban las conversaciones estaba llena de gente joven, así que no faltaban motivos para el optimismo.

Una escritora participante dijo que centraba muy bien la cuestión. Contó que, de niña, leía tumbada los libros que le gustaban y, sentada a la mesa, los que tenía que estudiar. Las lecturas que hay que hacer clavando los codos en la mesa pueden llegar a tener quizá como soporte una pantalla. Para una lectura placentera 'tumbado a la bartola' no hay ni habrá invento mejor que el libro.

También se dijo que el libro es un objeto mucho más moderno que los medios audiovisuales, que nos retrotraen a una época de cultura oral; o que los textos escritos en pantalla, que tienen algo de graffitis pintados en los muros. Según los comunicólogos, el número de bits de información que llega al cerebro a través de la lectura es muy superior al que llega por otros medios. El gran Gutenberg, muerto incorrupto de hace seis siglos, es, si bien se mira, más contemporáneo que nuestro Marconi, que Baird o que Bill Gates.

Durante el coloquio, alguien dijo que el libro es un servidor muy dócil, muy 'dispuesto' siempre, un ser agradale al tacto y a la vista que no exige nada para sí. Como decía Gustavo Adolfo Bécquer en uno de sus artículos, ni siquiera es necesario convidarle a fumar.

En fin, las conversaciones de Crisol han dado resultados muy esperanzadores. El libro sobrevivirá a los grandes cambios de la tecnología. Claro que, los participantes de las jornadas de Crisol, escritores y lectores, eran parte interesada. Veremos qué opinan los demás.

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