CARTAS AL DIRECTOR

Primeras damas

Creo que fue durante una conferencia retransmitida por televisión. Hillary Clinton, la ya ex primera dama de Estados Unidos, acababa de pronunciar una conferencia. El hombre que la había presentado ante el auditorio no quiso despedir a la ponente sin hacerle esa pregunta que todo el mundo ha deseado plantearle alguna vez: 'En un siglo XXI en el que es de esperar una mayor equiparación entre los dos sexos, ¿no cree que ya va siendo hora de que una mujer presida el país más poderoso del planeta?'. Hillary, lejos de ofrecer una contestación narcisista, hizo gala una vez más de su inteligencia: 'S...

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Creo que fue durante una conferencia retransmitida por televisión. Hillary Clinton, la ya ex primera dama de Estados Unidos, acababa de pronunciar una conferencia. El hombre que la había presentado ante el auditorio no quiso despedir a la ponente sin hacerle esa pregunta que todo el mundo ha deseado plantearle alguna vez: 'En un siglo XXI en el que es de esperar una mayor equiparación entre los dos sexos, ¿no cree que ya va siendo hora de que una mujer presida el país más poderoso del planeta?'. Hillary, lejos de ofrecer una contestación narcisista, hizo gala una vez más de su inteligencia: 'Sí, creo que ya va siendo hora. Y cuando esa mujer se presente pienso votar por ella'. Fue, sin duda, la mejor de las respuestas posibles. El público así lo apreció y prorrumpió en un sonoro y largo aplauso.

Ante el recuerdo de comparecencias como la señalada, no es de extrañar que seamos legión los que echamos de menos a Hillary, paradigma de la mujer sagaz e independiente que marca el signo de los tiempos. La añoranza se torna en desesperación cuando vemos que su sustituta, Laura Bush (con poseer, sin duda alguna, un coeficiente intelectual muy superior al de su marido), confiesa que se va a resignar a ser el florero en el que acostumbran convertirse todas las primeras damas.

Nos esperan, como mínimo, cuatro años de rancio conservadurismo yanqui. Hillary, te queremos de vuelta. Como presidenta.

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