LA OFENSIVA TERRORISTA

Los partidos vuelven a unirse en San Sebastián en una manifestación masiva contra ETA

El obispo Uriarte alerta en el funeral por Ramón Díaz sobre 'el riesgo de fractura social' vasca

Los miles de participantes en la marcha (entre 15.000 y 20.000, según fuentes municipales) recorrieron en silencio las calles más céntricas de la capital guipuzcoana, aunque por momentos batieron palmas y gritaron 'libertad, libertad'. Cuando la cabecera de la manifestación llegó al Boulevard, donde finalizaba la misma, la cola entraba en la calle de San Martín, unos dos kilómetros más atrás. Esta vez el lema no fue motivo de discordia al ser consensuado 'en cosa de segundos' por los convocantes -el Ejecutivo vasco, la Diputación guipuzcoana, el Ayuntamiento donostiarra y el sindicato CC OO, e...

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Los miles de participantes en la marcha (entre 15.000 y 20.000, según fuentes municipales) recorrieron en silencio las calles más céntricas de la capital guipuzcoana, aunque por momentos batieron palmas y gritaron 'libertad, libertad'. Cuando la cabecera de la manifestación llegó al Boulevard, donde finalizaba la misma, la cola entraba en la calle de San Martín, unos dos kilómetros más atrás. Esta vez el lema no fue motivo de discordia al ser consensuado 'en cosa de segundos' por los convocantes -el Ejecutivo vasco, la Diputación guipuzcoana, el Ayuntamiento donostiarra y el sindicato CC OO, en el que militaba el fallecido-, según apuntó el portavoz del Gobierno autónomo, Josu Jon Imaz.

En las primeras filas de la marcha desfilaron el lehendakari, Juan José Ibarretxe; el ministro de Trabajo, Juan Carlos Aparicio; el alcalde donostiarra, Odón Elorza; el diputado general, Román Sudupe, y dirigentes de todas las fuerzas, salvo EH, entre ellos, Javier Arenas, secretario general del PP; su homólogo de los socialistas vascos, Nicolás Redondo Terreros; el coordinador de IU, Gaspar Llamazares; el presidente del PNV de Guipúzcoa, Juan María Juaristi, y la presidenta de EA, Begoña Errazti.

Con ellos estuvieron Cándido Méndez y José María Fidalgo, los secretarios generales de UGT y CC OO, respectivamente; una representación del sindicato nacionalista ELA; el presidente de la patronal vasca Confebask, Román Knörr, y Juan María Odériz, presidente del club Loyolatarra, al que pertenecía el cocinero asesinado, entre otros. La viuda, Pilar Gorostegui, y sus dos hijos, Aintzane y Arkaitz, no asistieron al encontrarse muy afectados.

Otros cientos de personas secundaron en Bilbao y Vitoria sendas concentraciones silenciosas, covocadas por las organizaciones pacifistas Denon Artean y Gesto por la Paz, para condenar el atentado.

Solución

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El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, ofició una hora antes del inicio de la marcha el funeral por Ramón Díaz en la parroquia del Sagrado Corazón del barrio donostiarra de Loyola. En su homilía, alertó sobre el 'riesgo de fractura y escisión social' en el País Vasco como consecuencia de 'la cruda confrontación presente'. Uriarte abogó 'firmemente' por una solución a través de 'la voluntad de entenderse y convivir, la aceptación de la pluralidad, el respeto escrupuloso de los derechos humanos y el diálogo que acerca a los diferentes interlocutores sociales y políticos'.

Monseñor Uriarte citó al papa Juan Pablo II para afirmar que 'no se puede invocar la paz y despreciar la vida', y se preguntó: '¿Qué pueblo puede construirse sobre tanto dolor y tanta sangre? ¿Por qué se desoye el clamor inmensamente mayoritario de los ciudadanos que les instan a dejar las armas?'.

Por la mañana, la familia y allegados de Ramón Díaz asistieron al entierro de los restos mortales del cocinero asesinado en el cementerio de la localidad guipuzcoana de Hernani. Pilar Gorostegui y sus dos hijos, Aintzane y Arkaitz, de 24 y 17 años, respectivamente, llegaron al camposanto siguiendo el féretro, mientras que un centenar de personas esperaban en el exterior con ramos de flores la llegada de la comitiva fúnebre.

Al acto no asistieron autoridades ni representantes políticos porque la familia expresó su deseo de que las honras fúnebres se celebraran en la más estricta intimidad.

Los familiares rezaron un responso en la capilla del cementerio y a continuación se dio sepultura al féretro en el panteón familiar, sobre el que se depositaron decenas de coronas de flores.

[En San Sebastián, tres horas y media antes de la manifestación contra ETA, unas 5.000 personas, convocadas por Euskal Herritarrok, completaron el mismo trayecto tras una pancarta con el lema en euskera 'Soberanía y paz'. En Pamplona, en cambio, la Delegación del Gobierno prohibió la marcha porque algunos manifestantes portaban carteles 'injuriosos' contra dirigentes del PP y UPN que los independentistas se negaron a retirar].

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